miércoles, 10 de febrero de 2010

La red

"..de la manera que el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, empero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un cuerpo.." "..si un miembro padece, todos los miembros á una se duelen; y si un miembro es honrado, todos los miembros á una se gozan..". (1 Corintios 12, 12,26)


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I
El otro día me fuí al cine a ver la taquillera película "Avatar". Tuve que entrar solo a la sala donde la proyectaban, ya que Nefertiti prefirió ir con los niños a la Sala contigua a ver "Astroboy". Me dijo: "Me agrede tanta violencia, y no creo que los niños deban verla". Entendí sus razones y tuvo razón. Hacía muchos años que no entraba solo a una sala de cine y me sentí un poco desubicado sentándome solo en la butaca, a pesar que años atrás, fuí como se dice un "cinemero" consumado, ya que el cine siempre me gustó, porque me tranportaba a realidades soñadas e inimaginables. Es que esa es la magia del cine, transportarte a lugares de tu mente y espíritu, que difícilmente puedes lograr en otro lugar, salvo si practicas la meditación o la imaginación. El cine es la más sana e inofensiva manera, que tiene a su disposición la civilización moderna, para evadirnos momentánea de "la realidad". Es por esos que las salas de cine no han desaparecido hasta el momento. Es una plataforma desde la cual despegamos a los lugares más alejados y hermosos de nuestra imaginación. En suma, nos desconectamos a "otra realidad". Y eso fue lo que me pasó cuando ví la película "Avatar". A pesar que no me gustó del todo, sobretodo las partes de excesiva e innecesaria violencia, propias de una "cowboyada americana", me enganché con algunos de pasajes de la película, sobre todo aquellos donde se muestra la forma de vida y la cosmovisión de la cultura Na'vi. Las escenas de amor y de espiritualidad fueron sencillamente hermosas. Una de las escenas que me conmovió profundamente, fue la escena de la aceptación del avatar "Jackysulli" en el clan "Omaticaya" donde todos sus integrantes lo reciben con un gran abrazo. Lo mas característico del abrazo, es que todos los integrantes del clan se abrazaban con él al centro, es decir, formando una inmensa red de abrazos.
II
En el último año he percibido con mucha intensidad que los seres humanos estamos unidos por una red. Es algo así como una gran malla de interconexiones espirituales que hace que las personas nos mantengamos unidas de alguna manera específica, y que esas conexiones se hacen a través de un lenguaje codificado que está detrás de nuestro lenguaje cotidiano. Es algo así como un "lenguaje HTML" que sostiene "las páginas web" que mostramos de nuestras vidas. Es un lenguaje que no se ve. De él solo vemos la imagen que ese lenguaje produce. Cuando las personas experimentan sensaciones muy positivas y espirituales, logran sentir los efectos de ese lenguaje, pero no lo conocen, solo pueden ver la imagen que ese lenguaje proyecta. Ese lenguaje todavía nos es indescifrable porque vivimos en ese "día a día" lleno de materialidad, propio del mundo racional. Sin embargo, cuando activamos nuestra percepción espiritual, miramos con "otros ojos" las cosas que nos rodean, el lenguaje oculto se activa, sale a la luz de nuestra vida. Cuando eso ocurre, sentimos una sensación muy pacífica dentro de nosotros. La paz interior es una forma de saber que estamos usando ese otro lenguaje. Es un lenguaje que sustenta la red. Exactamente igual que el internet. Una red que nos revela que todos formamos parte de un mismo todo. Que somos hechos de una misma sustancia, de una misma frecuencia, de una misma energía vital. Haber sentido esto que les escribo, ha marcado una diferencia sustancial en mi vida. Me hace ver todo, de una manera diferente. La enfermedad, el trabajo, la familia, el amor y todo aquello que conforma mi vida. Me siento parte de una gran red, y en consecuencia, cuando miro a las personas que me rodean, me miro a mí mismo. y siento que la esencia espiritual que está en el interior de los demás, está en mí, y viceversa. Es algo así, como si mi espíritu estuvisese repartido en todos, y el de todos estuvisese repartido en mí. Y eso me ha producido una sensación de mucha paz y tranquilidad, porque sé que no estoy solo, que la gran red me sostiene.
III
Cuando observé el abrazo de todos los integrantes del "Clan Omaticaya", me sentí uno de ellos, y fuí muy feliz de saber que a través de la magia del cine, todos los que estabamos allí sentados, pudimos sentir por unos segundos, la poderosa e inconmensurable fuerza de esa red que siempre estará allí para sostenernos.
Ojoavizor