domingo, 19 de julio de 2009

El insomnio

I
Estos últimos días siento que estoy bajo una intensa actividad espiritual. Soy como una antena que todo lo percibe, todo lo absorbe. Será porque Nefertiti está atravesando su propio proceso de recuperación, y yo, por las noches, nuevamente no concilio el sueño por el insomnio que me causa, no se si la cortisona que tengo que tomar por la infección bronquial que me aparece todos los inviernos, o si es la vigilia por las terribles noticias que vengo escuchando hace unos meses, por la prensa escrita y hablada de mi país, en donde nos llenan de muertes, intolerancia y crueldad, de pobres gentes que han hecho de su vida un espiral tanático sin fin. No puedo evitarlo, me afecta mucho escuchar y ver tanto dolor por eso me refugio de alguna manera en mi blog. Aquí puedo de alguna manera leer palabras sabias de mis maravillosos amigos blogueros, que vierten lo mejor de su alma para el beneplácito de todos.
II
Con Nefertiti trato de mostrarle lo mejor de mí, para que sienta que todo está bien, que todo mejorará, que saldrá adelante de su alopecía, que tendré más trabajo productivo cada día, que no le faltará nada, que nuestros hijos se educarán como hemos soñado, con valores y respeto al ser humano. Pero confieso que las contradicciones me invaden, cuando todos duermen, cuando estoy solo, allí mirando el techo de nuestra habitación, y puedo escuchar la cadenciosa respiración de Nefertiti, Manzanilla y Manzano. Durmiendo con sus caritas angelicales, inocentes, bellas, agradeciéndole a Dios cada segundo, por darme ese milagro de ser feliz de tenerlos. Es como una catarata de amor que me desborda, pero a la vez me remueve con su fuerza. Siento que ellos me acompañan, pero por momentos me pregunto si estoy dando lo suficiente, si todavía puedo dar más y más, hasta fundirme con sus expectativas. En medio de esos pensamientos nocturnos, con la sombra de la luz de la calle entrando por la persiana de la rectangular ventana, pienso también sobre mi futuro profesional. Me pregunto sobre qué caminos me esperan en medio de tantos cambios. Me siento como el capitan de un barco a la espera de nuevos vientos y muchas ganas de conquistar nuevos puertos. Me pregunto en medio de la noche, cómo será esa travesia con ellos. Si la comprenderán, si serán felices con la nueva ruta que Dios nos traze.
III
Cuando pensé que estaba solo con mis pensamientos, en plena oscuridad de la madrugada, Nefertiti se despierta y de una manera sorpresiva, con su voz firme como las colúmnas de un palacio egipcio, con el rostro solemne de una verdadera reina, sabia y poderosa, me dice con absoluta claridad: "Ojoavizor, yo te seguiré a donde tú nos lleves. No importa el lugar ni el tiempo. Solo sigue lo que te dice tú espíritu. No mires atrás. Estaremos allí. Escucha a tu voz interior y síguela. No te preocupes por mí, por nosotros, estaremos fuertes, yo soy más fuerte que mi enfermedad. Soy una luchadora y tú un luchador. Lo lograremos. No dudes un segundo. Creo en tí, porque eres un ser especial y eso lo vale todo". Yo, en silencio, en ese instante, en ese preciso instante, comprobé una vez más, porque la amaba tanto.
Ojoavizor

miércoles, 15 de julio de 2009

Los caminantes

I
Siempre me gustó caminar. Cuando era niño y hasta muy entrada mi adolescencia, caminé mucho por las calles del Centro de Lima. Me gusta caminar mirando su maravillosa arquitectura en todos los estilos y épocas: colonial, con sus tradicionales balcones, rococó, morisco, art decco, etc. A veces me quedaba horas mirando una perspectiva paisajista, ya que al hacerlo experimentaba una intensa sensación de felicidad por la belleza estética de esas estructuras. Me preguntaba qué arquitecto la habría diseñado, quiénes habrían vivido allí, que historias felices o tristes, se habrán tejido bajo sus techos. Lima es una ciudad hermosa. Siempre lo ha sido aunque ha veces reniegue tanto de ella por su tráfico, smog y su bulla con sonidos de todas las sangres. Tiene el blasón de ser llamada "la ciudad de los reyes" con sus tres coronas. Mi padre mi enseñó a quererla en nuestras interminables caminatas, en las que me llevaba de la mano acompañándolo durante horas en su recorrido en el que descubrí con orgullo, que mi padre fue muy querido y respetado en el Centro Histórico de Lima. El pesaba 130 kilos y tenía el rostro entre molesto y jocoso (espero no heredarle su peso). Fue muy generoso con todos sus amigos, les prestaba dinero sin que nadie se entere, y muchas veces no se los pagaban. Entendía las dificultades económicas de sus amigos, y sentía que debía ayudarlos, siempre me decía: "Hijo, nadie sabe lo de nadie en esta vida, hay que ayudar nomás, en silencio".
II
Caminar ayuda a aliviar el alma. Nos permite recoger nuestros "pasos perdidos" y "hacer camino al andar" como decía el poeta Machado. Cuando caminamos podemos sentir el pulso de una ciudad, de su gente, de su aire. Nos revitaliza fortaleciendo nuestras expectivas y sueños. Para mí, lo más hermoso de caminar, es sentir la sensación de ir al encuentro de la vida, que siempre nos espera en alguna esquina, plazuela, calle adoquinada o pileta rebosante de agua cristalina. Cuando miramos las casas en nuestro recorrido, podemos imaginar las historias de las gentes vividas dentro de ellas, de cuánto amor pudo haber en su construcción o cuanto odio pudo terminar con su belleza. Las calles o los parques que caminamos tienen vida, esa que le damos con nuestros pasos. Ellos están allí para nosotros, fieles a nuestras pisadas, para albergarnos y soportar nuestras penas o alegrías. Caminar es una forma de dejar nuestra vida en las calles de nuestras ciudades. Solo si caminamos seremos recordados en ellas. Nuestros pasos serán imperecederos. Como los pasos de mi padre que retumban en mis recuerdos.
III
Hoy Nefertiti me acompañó, como últimamente lo está haciendo (sintiéndome extraordinariamente feliz por ello), a realizar unas gestiones en el Centro de Lima. A ella no le gusta, no solo por su vetusta y descuidada arquitectura, según ella, sino por el miedo a que la asalten. Sin embargo, a mi cariñosa insistencia, accedió a caminar conmigo como dos chiquillos enamorados agarrados de la mano, por la Plaza de Armas, el Palacio Arzobispal, Palacio de Gobierno, el hermoso local del antiguo Correo de Lima, el Pasaje Olaya para terminar almorzando juntos en un muy simpático lugar. Estoy seguro que Nefertiti no olvidará jamás, la caminata de hoy y tal vez, algún día, Manzanilla y Manzano, nuestros bellos hijos, cuando sean mayores, sientan curiosidad por recorrer esas mismas viejas calles del Centro del Lima y escuchen el eco de nuestros pasos.
Ojoavizor

jueves, 2 de julio de 2009

El espejo

I
Hace muchos días que no escribo. En realidad no tenía ganas de hacerlo ya que he estado concentrado en re-descubrir áreas profesionales que hacía varios años había abandonado. Siempre me ha cautivado re-correr viejos y nuevos caminos, re-inventarme, re-hacerme, re-comenzar de nuevo, experimentar nuevas vivencias y en general, emprender nuevos retos. Es que para mí la vida misma es una oportunidad para re-plantearme todo de nuevo. Estoy, de una manera casi obsesiva, a la búsqueda de nuevos recodos de mi personalidad, de mi espiritualidad, y de mi lacerante humanidad. Aprender cosas nuevas, re-componer mis propias palabras, pensamientos, re-crear nuevas imágenes y sonidos que me acompañen en mi día a día. Ando al acecho de nuevas situaciones, perspectivas, ángulos, y cuando las tengo en mi mente, los mastico, las moldeo a mi gusto, las desecho, y con las partes que me queda, las reciclo multiplicándolas en infinitas posibilidades generando nuevas y dislocadas formas, y así sucesivamente. Esa forma de ver el mundo, me ha dado muchas satisfacciones en mi vida, pero, confieso que también me ha ocasionado duros momentos de ansiedad, depresión y sobre todo, desesperanza. Pero siempre que he tocado fondo, llego allí con la linterna de Diógenes, y no pierdo la oportunidad de investigar de qué está hecho el fondo. No tengo remedio, soy un investigador nato de mi propia vida y de mi entorno en general. No hay evento en mi vida, que no le haya buscado en algún momento, un significado.
II
Hace unos momentos, mientras estaba desarrollando algunas ideas para estructurar una debida defensa legal de un anciano y adolorido cliente, que está siendo demandado en forma abusiva e inmisericorde por una burocrática e ineficiente entidad de salud del Estado Peruano, que le quiere cobrar, a pesar de estar asegurado, los costos de una operación de transplante de riñon, realizada hace más de tres años; me quedé mirando por la ventana de mi estudio, las copas de esos frondosos y verdes árboles, que siempre están allí, pero que hoy los miré con "otros ojos". No entendía porqué los veía tan bellos, a pesar que los flanqueaban dos grises edificios, a los que incluso los comencé a mirar con cariño. Es que eso es lo maravilloso del ser humano. Que siempre tendrá la oportunidad de "mirar con otros ojos" las cosas que le rodean o su propia vida.
III
Desde su recaída, Nefertiti no puede mirarse a sí misma en el espejo del baño. Cuando lo hace llora inconsolablemente. La abrazo y sosteniéndola, le digo mirándola fijamente a los ojos, que todo es un proceso, que todo tiene un curso, que todo cambia, que nada es estático, que ese es el milagro de la vida, que hoy no tiene su cabello, pero que mañana puede crecer de nuevo, como ya ha sucedido, que en cada instante, estamos naciendo de nuevo, que cada día que nos miramos al espejo, podemos comenzar de nuevo.
Ojoavizor