viernes, 25 de diciembre de 2009

El Regalo

I
Hoy es cumpleaños de Nefertiti y nunca acierto con el regalo, por eso es que desde hace años, ella elige su propio regalo, lo envuelve con un arte digno de admiración, y cuando lo abre se sorprende como si nunca lo hubiese visto. Nunca permitió que yo me vaya solo a comprarle su regalo con Manzanilla y Manzano, siempre teníamos que ir a comprarlo con ella, hasta que lo elegía. También le encanta anunciar, días antes, a todos nuestros familiares y amigos, que su cumpleaños es en Navidad, generando una expectativa, para luego no querer celebrarlo y querer pasarlo solo conmigo y los niños. Bueno, dicen por allí, que así son las Capricornianas. Yo la entiendo y respeto su personalidad, pero en el fondo yo quisiera celebrárselo con una fiesta a lo grande, y darle muchos regalos, contratarle mariachis y cantarle las mañanitas con un gran ramo de tulipanes. Pero bueno, no lo he hecho por muchas razones, y ahora con mi estado de salud, mis deseos tendrán que ser postergados. Estoy seguro que algún día le podré dar ese regalo. Mientras que eso ocurra, no dejo de soñar en los regalos imaginarios que me gustaría darle hoy día, como los siguientes:
- Un viaje en la montaña rusa de Disneyworld con Manzanilla y Manzano, gritando los cuatro como locos;
- Un viaje en góndola en Venecia cantándole suavemente en el oído las canciones de Nicola di Bari que tanto le gustan;
- Una caminata al atardecer a las orillas del rio Sena, bien abrigados, diciéndole cuanto la amo;
- Una cena en algún restaurant que esté en el ultimo piso de cualquier rascacielos de New York, yo de esmoquin y Nefertiti con un hermoso vestido de gala, bailando suavemente abrazados, a media luz, una canción de Ella Fitzgerald;
- Una noche mística de amor y paz, en el hotel que está en Machupicchu;
- Una "mojada" con la brisa de las Catataras de Iguazú;
En fin, soñar no cuesta nada, y podría hacer una lista inagotable de viajes a diversos lugares del mundo, que ojalá Dios nos permita hacer algún día, cuando recupere mi salud, ya que viajar es vivir.
II
A pesar que yo ya estoy resignado a no poder sorprender a Nefertiti con ningún regalo material que yo elija, me puse a pensar con qué regalos, o mejor dicho, con qué milagros, Dios si podría sorprenderla. Allí creo que la lista puede ser larga, pero definitivamente, la encabezaría:
- Mi total recuperación y que el cáncer que me invadió, no regrese nunca mas;
- Que la alopecia que ella padece desaparezca para siempre, y le vuelva a brotar su lindo cabello;
- Que en el futuro, tengamos la salud para poder seguir criando a Manzanilla y Manzano sin padecer enfermedades como en los últimos años y tener un respiro para poder desarrollarnos sin más obstáculos de salud.
Nefertiti, por el momento, solo me queda pedirle a Dios, día a día, que te conceda esos "regalos milagrosos". No te imaginas cuánto deseo que Dios te sorprenda con esos milagros, para que seas tú la que nos puedas regalar a todos, tu sonrisa, el día de tu cumpleaños. Mientras tanto, en este día tan especial, te regalo todo mi amor, mis sueños de viajes imaginarios, y estas palabras de mi blog, que es lo único valedero que tengo, y que por el momento, te puedo regalar.
¡Feliz Cumpleaños mi amor!
Ojoavizor

jueves, 17 de diciembre de 2009

El nacimiento

I
La navidad siempre fue para mí, como ya lo escribí en un anterior spot, un motivo de alegría y magia. En realidad salvo algunas excepciones mis navidades siempre fueron llenas de alegría y colorido. En eso estaré siempre agradecido a mis padres y hermanos que se encargaron de llenarme de colores mis navidades. Nefertiti ha llenado de color navideño nuestro hogar para seguir con la tradición de magia y alegría para nuestros hijos Manzanilla y Manzano que nos llenan de felicidad con sus miradas inocentes y sus cantos navideños, soy inmensamente feliz de verlos armando el árbol y el nacimiento, y ver sus sonrisas puras, llenas de ilusión de recibir los regalos soñados de Papa Noel que entrará por la ventana por la noche derramando nieve y dejando las huellas de su trineo. Sin embargo, esta Navidad me ha cogido con mi salud resquebrajada, ya que durante esos días seguiré recibiendo mi quimio y radioterapia en medio de villancicos en el INEN. Les confieso que me conmueve ver cómo cientos de personas con cánceres peores que los míos, esperan la Navidad con una alegría inusitada, y se alegran con el hermoso nacimiento que el INEN les ha armado para que no se pierdan de la alegría de la navidad. Es que en realidad nadie debería estar triste en Navidad. Por eso digo que esta Navidad será diferente para mí, y lo será porque a mis 45 años ha aprendido por primera vez en medio de mi sufrimiento físico, el verdadero sentido del "nacimiento de Cristo".
II
A pesar de haber estudiado en un Colegio católico y de haber recibido creo yo, una formación religiosa "muy orgánica", siempre me parecieron muy complejas muchas cuestiones de la fe católica, y por ende, a pesar de haber vivido todos estos años guiado de fuertes valores éticos y familiares, con muchos defectos por supuesto, nunca entendí la relación Dios-Cristo-Espíritu Santo. Esa misteriosa trinidad que la religión católica se empeña tanto de enseñar por ser la piedra angular de todo su sistema de fe. Tampoco entendía con claridad el papel de los santos, ángeles y las vírgenes. Al final hice mi propia interpretación de la doctrina de la fe católica, sin que ello afecte obviamente mi fe en Dios, como un todo que lo controla todo. Mi relación con Dios siempre pretendí hacerla directa, sin intermediarios, es decir, sin necesitar de Cristo como su hijo. A Jesús lo respetaba como un gran profeta, así como lo fue Buda, Mahoma, o cualquier otro ser iluminado como los que conoce la historia. Para mí Dios era uno y el mismo para todos y me parecían absurdas las luchas de las religiones que incluso han llevado a guerras que contravenían todos los preceptos de amor de su verdadero mensaje. En realidad sigo pensando que Dios es uno y único, pero ahora, en pleno sufrimiento físico de mi enfermead, confieso que me he enfrentado con una experiencia mística completamente reveladora, y todo a partir de una imagen de Cristo que está en la capilla del INEN, a la que visito cada vez que salgo de mis sesiones de quimio y radioterapia. En realidad no voy a orar, no voy a pedirle nada, ni que me sane, ni que me quite mis dolores, ni ha ofrecerle cambiar mi vida si me sana, no. Solo entro a esa capilla, para mirarlo en silencio. Me siento bien mirándolo. Es algo así como un enganchamiento, no doctrinario, ni religioso, ni mental. Simplemente siento una paz interior infinita solo de mirarlo y de estar cerca de Él. Siento que nos miramos en silencio, con una complicidad mística que me da paz y tranquilidad. Cuando estoy allí frente a Él, mirándolo siento que no tengo cáncer. No siento dolores ni sufrimiento alguno. Todo lo veo claro y lúcido. Es muy extraño, pero es una sensación que me ayuda a seguir adelante con mi fe.
III
Esta Navidad, sera diferente no por mi enfermedad, sino porque he comprendido que ese día nació Cristo, y con Él nacio la esperanza para todos los que sufren, que Él estará allí en algún lugar, para nosotros, para acompañarnos, sin pedirnos explicaciones, sin reprendernos, sin culparnos, solo allí, con su mirada sabia para decirnos que nos ama, así como somos, con nuestra imperfecta condición humana, y que nos dejó su palabra, para aferrarnos a ella e iluminar nuestra propia oscuridad, asi como lo hace cada noche cuando prendo mi linternita, para no despertar a Nefertiti, y abro mi Biblia en cualquier página para encontrar su palabra, que me llena de paz y esperanza en la vida.
Ojoavizor

sábado, 12 de diciembre de 2009

La paciencia

I
Yo nunca tuve la virtud de la paciencia. Siempre me esforzaba por obtener resultados inmediatos. Los resultados lo eran todo. Siempre trabajaba para llegar a los objetivos trazados en el tiempo esperado y si habían demoras, me molestaba mucho y presionaba a todo mi equipo de trabajo para no perder tiempo. Eso me fue dando una fama, en mi medio profesional, de cumplidor y eficiente. Lamentablemente, ese nivel de exigencia profesional inevitablemente le resta tiempo a la vida personal, familiar y sobre todo a los asuntos del espíritu. En otras palabras, me convertí en un "impaciente profesional". No daba tregua a ningún respiro, ni el mío ni el de los demás. Mi búsqueda por los resultados se convirtió en una auténtica obsesión. La impaciencia, me llevó a la crítica, es decir, todos aquellos que no eran eficientes, eran automáticamente criticados por mí como obstáculos para el desarrollo del plan trazado, y obviamente, y en ese espiral de "eficiencia", me convertí en un crítico acérrimo de todo burócrata ineficiente, y por ende, de todo el sistema político administrativo imperante. Mi obsesión porque los objetivos se cumplan, tenían definitivamente una base técnica y ética, pero el precio para sostener el cumplimiento de ellos en el tiempo se convirtió en un auténtico calvario para luego transformarse en una gran decepción. Fue un oscuro proceso que me convirtió en un ser desesperanzado, desmotivado, desalentado y finalmente muy resentido y arrepentido de haber dado tantos años de mi vida, a un servicio público, que por autonomasia, es ineficiente, lento, burocrático y sobretodo nada espiritual.
II
Después de tres años de estar lejos del servicio público, y sufrir diversas enfermedades, ahora puedo decirles, como experiencia propia, lo importante que es desarrollar la virtud de la paciencia. Ahora que estoy pasando por una etapa dura de tratamiento contra el cáncer, con mi rostro marcado con heridas, mi cuerpo lacerado y sangrante por los efectos de la quimioterapia especial que se me suministra, los dolores musculares, la ausencia de saliva y el sentido de sabor por los efectos de la radioterapia agresiva que se me está aplicando, con la herida abierta de mi brazo que hace dos meses el injerto no cierra, las náuseas, y sobretodo, el dolor físico que siempre doblega, humilla y controla, a pesar de las pastillas, ahora en medio de todo esto, estoy en condiciones de decirles, la importancia que ha cobrado para mí, el valor de la paciencia. Ahora comprendo en toda su dimensión, la paciencia que todo ser humano debe tener para esperar que los procesos de la vida sigan su curso como Dios lo dispone. Alguna vez leí del gran Krishnamurti, que la paciencia es "la ciencia de la paz". Efectivamente, cada día que me levanto de la cama para ir a mi tratamiento al INEN, con el cuerpo que no me responde, lavándo mis heridas, con mis fuerzas físicas al límite, que hay una fuerza muy poderosa que hace que lo logre: la paz de mi espíritu. Y eso es lo que hago, estoy aprendiendo a tener paciencia. Ahora entiendo que cada lucha, cada evento, cada proceso, tiene su tiempo. Que cada persona tiene sus propios tiempos y en vez de juzgarlas solo hay que ayudarlas y entenderlas en su proceso. Ahora es mi tiempo de luchar contra esta cruel enfermedad, aprender de cada etapa de esta lucha, entender que el ser humano se va transformando cuando va superando cada etapa, y estoy seguro que al final de esta lucha, habré logrado aprender a plenitud, esa maravillosa virtud que nunca tuve: la de tener paciencia, esa paciencia que tanto se necesita para vivir en la fe.
III
Cada día observo a Nefertiti levantarse a las 4 de la madrugada para preparar todo a Manzanilla y Manzano que van al Colegio. La veo hacer de todo en la casa, trámites en la calle, acompañarme al INEN, llevando sus enfermedades en silencio, para dar prioridad a la mía, terminando "la azotea" maravillosa que ha levantado para todos nosotros pintada de verde y llena de macetas con flores y juguetes de los niños, la observo como guarda sus lágrimas para no quebrarse, cuando tiene que ir sola a la graduación de Manzano en su kinder, guardando en lo mas profundo de su ser, el dolor de saber que en ese preciso momento que le dan el diploma a Manzano, yo estoy en plena quimioterapia a varios kilómetros de allí. Si, Nefertiti también está aprendiendo de la paciencia, la de esperar a que su amado esposo se cure y poder compartir de nuevo todo junto a todos. En eso estamos todos los que me quieren, familiares, amigos, todos esperaremos con paciencia a que Dios manifieste su voluntad de darme una nueva oportunidad para poder enseñar a los demás, con mi propio testimonio, que con la paciencia, todo se logra si es que se tiene fe.
Ojoavizor