miércoles, 13 de agosto de 2008

La imparcialidad de Salomón

Qué difícil es ser imparciales no?. Ya sea en el seno de nuestra familia (cuando nuestros hijos pelean y, a gritos y llorando, piden la intervención "imparcial del papá o la mamá), en el trabajo (cuando somos jefes de una oficina o dependencia y debemos resolver algún problema entre nuestros empleados) y en general, cuando someten cualquier tipo de controversia a nuestra decisión.
Considero que una sociedad debe contar con ciudadanos imparciales, ya que la complejidad de la naturaleza humana, origina un sin número de conflictos entre las personas, que hace necesaria la intervención de terceros (jueces y árbitros) para resolver las controversias de los ciudadanos, y hacer viable la convivencia social. Pero, cuántas veces hemos sufrido frente al duro y cínico rostro de la parcialidad?. Muchas veces creo yo. Decisiones parcializadas que dañaron nuestra vida para siempre. Una decisión parcializada es siempre una decisión injusta, arbitraria y no pocas veces abusiva.
Los que más sufren con las decisiones parcializadas son los débiles, los sensibles, los pobres, los solitarios, los marginales, en suma, todos aquellos que no tienen el poder para revertir la decisión parcializada, y esta situación, muchas veces genera violencia y rebeldía social. Genera ciudadanos que "no tienen nada que perder".
Hoy día, conocí a otro de esos jueces que toman decisiones parcializadas, y mientras lo miraba, recordé la parábola bíblica del rey Salomón, que para resolver el dilema de dos mujeres que reclamaban la maternidad de un niño, tomó la decisión "imparcial" de matar al niño y partirlo en dos, para darle la mitad a cada una. Una de ellas, le pidió piedad al Rey para que no lo haga, y con un profundo dolor, renunció a su derecho de madre, con tal que no lo mate partiéndolo en dos. La otra, riéndose, le decía al Rey, que era una decisión "imparcial", ya que "ninguna de las dos" lo tendría para criarlo. En ese instante el Rey Salomón, cambió su decisión y se lo entregó a la otra mujer, que le rogó por la vida del niño, diciendo que su primera decisión le permitió descubrir la verdad, ya que solo una verdadera madre renunciaría a todo en la vida, por salvar a su hijo.
Definitivamente, el Juez que conocí el día de hoy, no se llamaba Salomón.
Ojoavizor

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