martes, 30 de septiembre de 2008

El Karaoke

Siempre me gustó cantar. No lo hago bien, pero tampoco mal. Recuerdo mis primeros bemoles, en la ducha, cuando era niño. La vecina, que era muy amiga de mi mamá, la Señora "Teresita", fue mi primer público incondicional. Me escuchaba todos los días a través de la ventana de mi baño, que daba a su patio. Le gustaba mucho como cantaba. Decía que mi timbre de voz era muy especial, y que a veces, se demoraba en salir a hacer sus cosas, solo para terminar de escucharme. Mi canción favorita era "Ata una cinta amarilla al viejo roble" del cantante argentino, Juan Ramón, canción que estuvo muy de moda en Perú, el año 1973. Por esos años, era un niño de nueve años, y mis cantantes preferidos eran los inigualables, Nino Bravo, con su canción "Libre", Adamo, con su romántica "La Noche" y el carismático Rabito con su cadenciosa "Estrechándome", canciones que estuvieron muy de moda, en esas épocas, en el Perú, cuando la música era una fuente de inspiración romántica, y no como la mayoría de la música, de los muchachos de ahora, que es una mezcla de bulla y aturdimiento. Posteriormente, gracias a la positiva influencia de mi hermano Oscar, incursioné en la música de "Los Beatles" (de la cuál nunca más me aparté hasta la actualidad). La música de Simon & Garfunkel, Cat Stevens, Bread, Neil Daimond, Joan Manuel Serrat y la Nueva Trova (Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, Vicente Felliú y otros), vendría bajo la refinada y exquisita influencia musical de mi hermano Manuel, junto con toda la maravillosa música de esa época: Los Bee Gees, Queen, The Police, Supertramp, Fleetwood Mac, The Eagles, Electric Light Orchestra, Wham y otros. Recién por los 90`s, descubrí mi gusto por esas joyas vivientes de la música de los 40´s y 50´s, tales como Frank Sinatra, Charles Aznavour, Nat King Cole, Tony Bennet, Ella Fitzgerald, y otros. Para aquellos que deseen hacer un agradable viaje por la música de esos “años maravillosos”, les recomiendo que visiten mi videoteca virtual en mi canal youtube: http://es.youtube.com/ojoavizorperu).
El trovador
En los 80`s, fui un trovador de pequeños auditorios. Con mi guitarra en mano, deambulé por distintos escenarios de Lima, teatros, universidades y el distrito bohemio de Barranco. Mi hermano Oscar me había enseñado a tocar guitarra, a los nueve años, de la manera más simple. Me dijo: “Mira hermanito, para tocar guitarra solo tienes que aprenderte tres notas, LA, RE y MI, ya que todas las canciones tienen esas notas, de una u otra manera. Lo demás viene solo”. Y así lo hice. Ensayé 22 horas al día esas tres únicas notas, hasta que me convertí en “un experto” del “método de las tres notas”, y efectivamente, cada vez que improvisaba, confirmé que esas famosas tres notas, estaban presentes, atravesando la melodía de todas las canciones que ejecutaba. Me gustaba mucho cantar, era como una liberación artística de mi alma. Los cantantes profesionales, no me dejarán mentir, cuando digo que, cantar frente a un público generoso, es una experiencia casi mística. En el fondo, soy un cantante frustrado, pero cantante al fin de cuentas, y eso me basta porque, me hace muy feliz cantar, aunque no lo haga con el nivel artístico y profesional que quisiera.
El Teatro Segura
En el año 1987, la Facultad de Medicina de “San Fernando” de la Universidad Mayor de San Marcos de Lima, Universidad Decana de América, fundada en el año 1512, mi querida Alma Máter, organizó un festival de la canción en el Teatro “Manuel Ascencio Segura”, unos de los más importantes y bellos teatros históricos de Lima, y uno de los más antiguos de Latinoamérica (1909), en el que fui invitado con mi grupo de amigos, todos músicos aficionados, para participar y cantar lo que quisiéramos.
Preparamos un repertorio de canciones de la "Nueva Trova”, corriente musical que impactó profundamente en la generación de los 80´s en el Perú, sobre todo entre en los universitarios idealistas, como yo. El grupo no tenía nombre, por lo que tuvimos que improvisar un nombre, para poder ser presentados al público presente, bautizándolo con el nombre de “Prisma”. Elegimos ese nombre, porque el prisma, permite desplegar los siete colores de la luz, y como éramos siete, entonces el nombre era perfecto. Todo iba bien, el movimiento logístico, que habíamos hecho para esa presentación, fue extraordinario. Pudimos contar con los mejores equipos, y yo, pude prestarme una guitarra acústica maravillosa. Era nada más y nada menos que una “Ovation”. Un “delicatessen” para cualquier guitarrista. La solo imagen y presencia de una “Ovation” era garantía de un buen sonido e impacto ante la audiencia. La “Ovation” la usaban músicos de la talla de Paul Simon, Eric Clapton, entre otras luminarias. La que tenía ese día, era color rojo atardecer con negro, y con el reflejo de las luces, parecía un “Stradivarius”.
Todo era perfecto. Luz, sonido, público delirante, y la cabalística presencia en el Teatro, de la que, años después, sería mi esposa. Sí era “Nefertiti”, con toda su sensual belleza. Nos habíamos encontrado después de 4 años de habernos conocido en otro lugar, y ni ella ni yo, imaginábamos que años después seríamos esposos. Solo Dios sabe cómo ejecuta sus designios. Actualmente, guardo una premonitoria foto, en la que ella está parada en la parte interior del escenario, entre el telón y el público, mirándome fijamente, a unos pocos metros de mí, como una reina egipcia, en una noche llena de estrellas, y yo interpretando la famosa canción “Yolanda”, del cubano Pablo Milanés, más o menos de la siguiente manera, salvando las grandes distancias, por supuesto: Esa presentación, nunca la olvidaré. Fue un éxito total. Cerramos el concierto y nos pidieron que repitamos. Esa noche, me sentí, por unos mágicos momentos, todo un artista. Un trovador de la vida. Me despedí de “Nefertiti”, y no la volví a ver hasta siete años después. Ese concierto fue el último que di, "guitarra en mano", ante el público. Había cerrado con broche de oro, mi corta carrera de trovador.
El paraíso
Pasaron los años, y era el año 1993. En aquella época trabajaba, en cuerpo y alma, para una empresa exportadora y trabajaba casi 20 horas diarias, sin descanso. Sólo los viernes por la noche, podía destinarlos a algún tipo de relax, ya que trabajaba incluso los domingos. En realidad, me había vuelto adicto al trabajo. Uno de esos viernes, me llamaron a mi celular, mis dos mejores amigos. Uno de ellos, era “el Flaco". Él es un inteligente y famoso comentarista deportivo de mi país, con el que compartimos el gusto por la poesía y la buena conversación; y el otro, era "El Ángel", un colega de profesión, pero sobre todo, un amigo de esos que se aparecen en tu vida, sólo cuando estás en las “malas”, y cuando estás de “buenas”, desaparece, porque, él tiene como filosofía, que la amistad sirve solo para los momentos difíciles. Por eso, es uno de mis dos mejores amigos. Ellos, me llamaron, ese viernes, precisamente porque, hacía algún tiempo que no me veían, y cuando yo me desaparecía era porque me había vuelto adicto a alguna actividad. Ellos me dicen siempre que, no permitirán nunca, que “el artista” que llevo dentro de mí, se muera para siempre; y tienen razón, ya que la monotonía del trabajo, y de la vida en general, siempre será el peor enemigo y cruel verdugo de los artistas. El hecho es que, casi a la fuerza, lograron convencerme para salir a tomarnos un trago, y salvarme de las garras del “workaholicks”. Lo acepté a regañadientes, y me recogieron de la oficina, diciéndome que tenían una sorpresa para mí. Jamás imagine que me llevarían a donde me llevaron. El lugar quedaba en el “Hotel Country Club”. El "Country”, fue desde los años treinta, uno de los mejores y más exclusivos hoteles de Lima, ubicado en el, también exclusivo, distrito de San Isidro. Fue fundado por empresarios ingleses afincados en el Perú, en la época del “boom” minero y ferrocarrilero, que se dio en el Perú, por esos años. El "Hotel Country Club” ha sido inspiración de una de las más importantes novelas del famoso y talentoso novelista peruano (y residente part-time en Barcelona), Alfredo Bryce Echenique, llamada “Un mundo para Julius”. En dicha novela, Bryce relata, de manera magistral e irónica, la vida social de la aristocracia limeña de los años sesentas.
En los noventas, el hotel había caído en desgracia. Los 10 años previos, de terrorismo, habían pulverizado la economía del hotel, al reducirse abruptamente, el turismo hacia el Perú. Por ese motivo, los trabajadores del hotel, habían tomado judicialmente su administración, como acreedores del mismo, para hacerse pago de sus beneficios sociales devengados, por todos esos años de servicio. De esta manera, decidieron alquilarlo a un grupo de inversionistas coreanos que, en la práctica, no invirtieron un dólar en el hotel, concentrando su inversión, en la instalación de un “Casino”, donde se despilfarraban pequeñas y medianas fortunas, todas las noches. Uno de sus negocios colaterales, fue la introducción en el Perú, de uno de los negocios de entretenimiento más lucrativos de los países asiáticos, que siempre están anexos al negocio hotelero: “El Karaoke”. Fue la primera vez en mi vida, que pisaba un “Karaoke”. Cuando ingresé, al local, con el fondo musical de la canción de Roberto Cantoral, “Sabor a mí”. Mi primera impresión fue de un total y absoluto impacto. No podía creer lo que mis ojos veían. Me encontré con uno de mis sueños más deseados, que se hacia realidad ante mis ojos. Un escenario con un haz de luz azul estrellado, que nacía en lo alto, varias mesas, una espectacular barra de madera enchapada, un barman profesional con una blanquísima e impecable camisa blanca con un “michi” color negro, olor a bohemia, ambiente a media luz, unas pocas parejas, hombres solos, mujeres solas, un grupo de atentas y cordiales anfitrionas, siempre dispuestas a dar el mejor servicio de bar, y lo más importante: un escenario, un micro, una pantalla de televisión con la pista musical, de las melodías de las canciones que todo cantante puede soñar. Mi rostro era de encantamiento total. Se me había concedido, uno de mis más caros deseos: poder cantar, mis canciones favoritas, con las mejores pistas musicales, y con las letras pasando lentamente, por la pantalla, coloreadas y acompasadas, para seguir la canción, y sobre todo, con un público generoso que siempre aplaudía, la valentía de cualquier mal cantante que se atreviera a salir al escenario a cantar, o caer rendidos y extasiados con la voz, de algún improvisado, divo o diva del canto. En fin, me quedé largo tiempo, mirando todo, detenidamente, una y otra vez, embobado. Era literalmente, como haber encontrado “el paraíso”. Sí, el paraíso de los cantantes.
La adicción
Y así empezó mi adicción al karaoke. Esa noche fue inolvidable. Habré cantado, unas 40 canciones. Todos me pedían que cante. No sé si, porque estaban borrachos, alegres, deprimidos, o cualquier razón atendible, pero esa noche, fue mí noche. Las parejas se me acercaban y me pedían que les cante su canción preferida. Los hombres y/o mujeres solitarios, de esos que se fuman dos cajetillas de cigarrillos en una noche, se me acercaban, emocionados, diciéndome que les había tocado el corazón, que les había hecho recordar a su amor fallido, el abandono, la reconciliación, el dolor de la infidelidad, en fin, cualquier dolor que era digno de ser cantado. Mis amigos, se mataban de risa, por mi repentina popularidad. Estaban totalmente orgullosos de mí y totalmente felices. Felices de verme feliz. Habían logrado desempolvar “el artista” que llevo dentro. Y lo festejaban también, porque la noche les salió gratis, ya que recibí tantos pedidos para cantar, que el público espontáneo, terminó pagándonos la cuenta. Esa noche, me volví un, incondicional, súbdito de la tecnología japonesa, que en el año 1990, creó el “karaoke”, por lo que me puedo considerar, cronológicamente, como uno de sus primeros usuarios en el Perú. El local del “Karaoke”, tenía un encanto muy especial. En primer lugar, estaba ubicado dentro del “Hotel Country Club”, el cual, si bien es cierto, “no era lo que es ahora”, (un hotel de infinitas estrellas), mantenía su prestancia y dignidad arquitectónica e histórica. “El Country” está situado frente a un hermoso campo de Golf, con laguna artificial incluida, que de noche, parece un mini Central Park de New York City, enclavado en pleno San Isidro, y constituye uno de los tres “pulmones” verdes que quedan de “la selva de cemento”, en la que se ha convertido Lima, por eso que los expertos llaman “modernidad”.
Con ese encuentro y encanto inicial, fue inevitable que me convirtiera en un asiduo cliente del Karaoke del “Country”. Me había cautivado la generosidad del público, y adicionalmente, descubrí con satisfacción, que “el karaoke”, era un extraordinario método para combatir el “stress”. Así las cosas, primero empecé a asistir solitariamente, y sin falta, los viernes de cada semana, luego los Miércoles y Viernes, para terminar, concurriendo, todos los Lunes, Miércoles y Viernes, por las noches. Mis amigos, “El Flaco” y “El Ángel” nunca más regresaron conmigo al “Karaoke”. Ellos pensaron que la noche de mi éxito fugaz, había sido una anécdota en el camino, que me había divertido y listo. Pero se equivocaron. Todos aquellos que han probado el encanto y la magia de El “Karaoke”, estarán de acuerdo conmigo, que una vez que se le prueba, ya no se le puede dejar nunca más. Solo años después, mis queridos amigos, se enteraron que me había vuelto, literalmente, un “adicto” al karaoke, y ya no pudieron hacer nada. Sí, me había vuelto un adicto al “Karaoke”, y tenía que saciar toda mi sed de canto. Es que así son, para bien o para mal, mis procesos de auto-conocimiento. Siempre trato de vivir intensamente la vida, con sus alegrías y problemas. Exprimo las sensaciones, experiencias y conocimientos de las cosas, hasta lograr un entendimiento cabal y total de su esencia primordial, luego, le busco un sentido, y finalmente, después de haberles exprimido todas las enseñanzas que puedan contener, las hago mías, y sigo mi camino, totalmente fortalecido. Esa es la forma, que empleo para conocerme a mí mismo, y mi entorno, y hasta ahora, el método me ha resultado. Por lo menos, eso creo.
Las estrellas
En los dos años en que fui un asiduo concurrente del karaoke del “Country”, conocí a muchas personas, con personalidades e historias de todo tipo. Haré una breve descripción de algunos de esos personajes, para tratar de graficar el “espíritu artístico” que se generó en el karaoke del “Country” durante ese tiempo. Fue algo así como una “Sociedad de los Cantantes Muertos”.
El Loco
No podría empezar, sin mencionar a nuestro admirado, respetado, estimado y querido “Loco”. Él es un espíritu especial. Es una de esas personas que le alegran la vida a cualquiera, por su don de gentes y carisma sin límites. “El Loco” era “el cantante de los cantantes”. A pesar de tener la pantalla al frente, nunca leía las letras de las canciones. No se pueden imaginar, las letras que le inventaba a las canciones, con un idioma que era una mezcla de tailandés, ruso y japonés, con un matiz anglosajón, o sea, una cosa masticada, que cuando uno lo escuchaba, era inevitable, caer en carcajadas. Además, para cantar se ponía lentes oscuros, a pesar de la oscuridad del Karaoke, que le daba un “caché especial”. “El Loco”, era extraordinario. Sus gestos, su rostro haciendo muecas, sus poses de divo, en fin, era todo un espectáculo verlo cantar, y hacer vibrar a su público incondicional, que con unos tragos de más, lo cargaba y lo paseaba por todo el pub, gritando al unísono: ¡Loco, Loco, Loco!. Yo siempre lo observaba extasiado desde la barra, que era mi lugar preferido del “Country”, aplaudiéndolo y riéndome a rabiar. “El Loco” era como el “Toulouse Lautrec” del “Moulin Rouge”. Pero “El Loco” es, mejor aún como persona, que como artista. Es un alma noble y maravillosa. Todos sus pensamientos eran bondadosos, positivos y desinteresados. Era el típico hombre que las chicas siempre abandonan. Demasiado bueno para ser amado. Más de una vez, lloró en mi hombro, por un amor no correspondido. Siempre estaba a su lado, la mujer equivocada, que lo usaba para algo. En fin, guardo los mejores recuerdos de “El Loco”. Él es un “ángel caído” en esta tierra de lobos. La última vez que me encontré con él, era el hombre más feliz, porque había encontrado a la mujer sensible que su alma necesitaba para vivir, tenía ya, dos bellos hijos, que me imagino, deben tener la misma chispa artística de él. “El Loco” había padecido de adicción a las drogas muchos años (adicciones que muchas personas sensibles y buenas, cargan en su vida). Me contó que ya las había dejado y que estaba totalmente recuperado. Todos sabemos que de esas adicciones uno nunca se recupera físicamente del todo, pero estoy seguro que “El Loco” lo ha logrado. Un hombre con su enorme corazón y espíritu, siempre encuentran un amor que los salva. "El Loco”, cantaba siempre, "Diana", una de las más melodiosas canciones del famoso Paul Anka:
El Saltador
Algunos cantaban como auténticas y consumadas estrellas del canto, otras eran personas muy sensibles, con sus vidas interiores llenas de soledad, pero también había las personalidades vanidosas y egocéntricas, como la que ostentaba “El Saltador”. Un extraordinario cantante que padecía de muchos complejos e inseguridades ligados a su “status” social. Tiene, sin lugar a dudas, un talento portentoso para el canto. Yo siempre fui y seré, un admirador de su voz pero, no de su conducta. Actualmente se ha convertido en un político en ascenso, que ha sido capturado por “el lado oscuro de la fuerza”, ya que de haberlo conocido con una posición económica precaria, se ha convertido, “en menos de lo que canta un gallo”, en un político adinerado. A pesar de eso, me resisto a olvidar, a ese “Saltador” sensible y de gran talento, que conocí en el karaoke de el “Country”, regalándonos lo mejor de su espíritu, y de su extraordinario talento, en esas mágicas noches del “Country” en la que, cantábamos juntos, como buenos amigos del canto, y arrancábamos ovaciones inacabables del público. "El Saltador", cantaba las canciones rockeras de Elvis Presley, como nadie. Allí va "Heartbreak Hotel", una de sus preferidas:
La medusa
Entre las damas, recuerdo vivamente a “La medusa”. Ella era una modelo muy cotizada en el ambiente “snob” de Lima. Tenía una personalidad muy fuerte, conflictiva y desbordante. Siempre había caballeros pretendiéndola, todo el tiempo. Hombres de todo tipo y calaña. Ella tenía ese poder, inevitable, de atraer a todos, poder, que sólo tienen las “femme fatale”. Era una sirena que, con su canto encantador, siempre atraía a los incautos, para hacerlos naufragar estrepitosamente a sus pies. Con ella desarrollé una cordial, relación de amistad, por lo que me tenía mucho respeto, llegando incluso, a contarme, en confidencia, algunos de sus historias con los hombres que la acechaban. Con ella, me gradué de “psicólogo de barra de karaoke”, llegando a tener una importante ascendencia entre todos los parroquianos que asistían religiosamente al “karaoke”, para hacer culto al canto. “La medusa” llegaba al “karaoke”, emanando los perfumes más caros de moda, tomaba el micro y cantaba la siguiente canción, en versión de John Lennon:
La Ronca
Otra de las damas más populares del famoso karaoke del “Country”, era “la Ronca”. Ella tenía una voz aguardentosa, pero que era muy agradable al oído. Muy bien entonada, melodiosa, fuerte y clara. Una vez se organizó un concurso en el karaoke del “Country”, en el que tuve el honor de ser jurado, elegido por el dueño del pub, un coreano llamado “Koo”. Él era un hombre parco y seco, pero que me tenía mucha estimación y respeto, y además, le gustaba mucho, cuando cantaba las canciones de “Los Beatles”. En fin, “La Ronca” ganó el concurso por unanimidad, por su extraordinaria interpretación de “Hacer el Amor con Otro”, de Alejandra Guzmán, con la que “La Ronca” tenía, no solo una identificación de tipo de vida, sino que su voz se parecía mucho a la de ella. Allí va:
El soñador
¡Ah!, el soñador. El tiene una pinta como la de esos actores de “Hollywood” de los años treinta. Todas las chicas tenían que mirarlo. El problema que tenía es que cuando empezaba a hablar, nadie lo paraba. Sin embargo, a pesar de eso, a mí me parecía una persona muy culta y bien educada, por eso, siempre tuve la paciencia y el respeto de escucharlo, pero para algunas almas menos cultivadas del “karaoke”, sus conversaciones eran, no solo anticuadas, sino insoportables. “El Soñador” era definitivamente, muy querido y bien cuidado. Siempre andaba con su padre a todos lados. Si estaba con una chica besándose, allí estaba el padre al costado, mirando su reloj y diciéndole que se apure, que ya era hora de irse. “El Soñador” también era compositor. Más de una vez, sentó a los amigos del “Karaoke”, para que escuchen sus últimas composiciones, que si bien es cierto, eran muy románticas y melodiosas, en la mayoría de personas, causaban bostezos, sobre todo en aquellas personas que no saben nada de arte, ni de corazones. Recuerdo vivamente cuando una vez me hizo escuchar, en la “cassetera" de su carro, un tema que él denominó, “El Lobo Enamorado”. En realidad, mi estimado amigo “El Soñador”, tenía mucho de enamorado, pero absolutamente nada de “lobo”. Su perseverancia era admirable, llegó incluso a cantar su canción, en un famoso y muy sintonizado programa de televisión y todo. Su canción preferida no podía ser otra que, “El Gato en la Oscuridad” del gran Roberto Carlos:
Los asiáticos
De los asiduos concurrentes al “Karaoke” del “Country”, no podía dejar de mencionar a “Los asiáticos”. En realidad, ellos fueron los precursores del “Karaoke” y les gustaba mucho estar solo entre ellos, por esos fuertes lazos de nacionalidad que ellos desarrollan cuando viven en otro país que no es el suyo. La colonia asiática en el Perú, es muy cerrada y no deja ingresar, así no más, a ciudadanos de otro país. Yo tuve mucha suerte de ser respetado y estimado por muchos de ellos, sobre todo del dueño del “Karaoke”. Muchas veces me invitaron a sus círculos cerrados e incluso, cuando me encontraba con ellos en otros karaokes, de los distritos de Miraflores o de Santiago de Surco, me invitaban a participar en su “Karaoke Box”, que era un cubículo adaptado para diez o doce personas, que tenía una consola de mil canciones de Karaoke, a disposición del grupo que lo rentaba esa noche. Los asiáticos, eran fundamentalmente coreanos y japoneses. Casi todos eran propietarios de chifas, casinos, y karaokes en varios lugares de Lima, y gastaban ingentes cantidades de dinero en divertirse. También se encontraba pescadores de Alta Mar, que anclaban en el puerto del Callao, con las billeteras repletas de dinero por el reciente pago, de una buena faena de pesca en alta mar. Con ellos había que tener mucho tacto y cuidado, sobre todo cuando se emborrachaban, ya que tenían encima, muchos meses de stress y sobre todo de abstinencia sexual que los hacían particularmente peligrosos para las damas asistentes al “Karaoke” del “Country”. “Los asiáticos” siempre pedían la canción "Sukiyaki", para calmar su sed de amores y temblores:
Oh Darling
Tuve muchas noches magistrales, en el “karaoke” del “Country”, pero ninguna como la noche en la que canté ¡Oh Darling!. Fue un viernes muy especial. El karaoke estaba literalmente repleto. Mucho humo, un público con ganas de divertirse, el intenso olor de los antiguos, pero elegantes y clásicos, enchapes de madera del “Country”, que se mezclaba con el olor de la cerveza, el whisky y los “cubas libres”. El ambiente no podía ser mejor. Al haberme vuelto adicto al “karaoke”, había desarrollado un cierto conocimiento de sus reglas, y sobre todo una rutina de comportamiento dentro del mismo. Siempre llegaba al karaoke y me dirigía directo a la barra. Nunca me gustó estar ni cantar en mesa. La barra era especial, no solo porque tuve extraordinarias conversaciones con el barman, sino porque tenía una vista panorámica del local, que me permitía moverme de acuerdo al tipo de noche. Las noches del “karaoke” nunca fueron iguales. Mis amigos ya me habían bautizado como “el Caballero de la Barra”. Siempre le tuve mucho respeto al público. Nunca me emborraché en el karaoke (ni en otros lugares), ya que cantar con tragos adentro, no solo es una falta de respeto a los demás, sino que la voz termina traicionándote. Además, siempre me cuidé de mantener una conducta respetuosa, conmigo mismo y con los demás. Ese viernes me sentía juvenil, fuerte y libre. Era una noche que prometía sensaciones totales. Yo, me había hecho conocido por cantar canciones de “Los Beatles”. Muchos me decían que mi voz se parecía a la de John Lennon, en fin, todo era parte del espectáculo. Tenía un amigo, “El Cabezón” que siempre me acompañaba en algunas canciones, ya que, pienso que las canciones de “Los Beatles”, se escuchan mejor a dúo, y mejor aún en cuarteto, por razones obvias. El era un economista, sin suerte para las mujeres, y no por ser cabezón, sino por no tener una personalidad propia y esa falencia, las mujeres jamás lo perdonan. Adicionalmente, las chicas decían que la naturaleza no había sido generosa con él, por eso le pusieron un apodo, que se hizo muy popular. Le llamaron "Karaoke" (¿Cara o qué?). Una de las tácticas que siempre usé para poder ganarme el aplausos del público, era, no solamente hacer mi mejor esfuerzo para cantar bien, sino, que adicionalmente, había que elegir “la canción adecuada” para el momento. El otro “truquito”, era elegirla “en el momento preciso”. Ya había aprendido, con mi asiduidad al “karaoke”, que los mejores cantantes, fracasaban estrepitosamente, cuando cantaban a un público “en frío”. Había aprendido que el público tenía que estar “a punto”, dado que el público, por autonomasia, "siente y piensa" como una mujer. Siempre reacciona en base al sentimiento. El público, se entrega, en el momento que él decide, en el lugar que él decida, y en la forma que él decide. Igual que la mujer, es muy cierto ese refrán que dice “el hombre propone, la mujer dispone”. Así las cosas, esperé que el público esté “caliente”. Eran como las doce de la noche, y le pedí a “El Cabezón” que me acompañe a cantar ¡Oh Darling!, una de las canciones más intensas que he escuchado a “Los Beatles”. Esa canción tiene esa extraña mezcla de fuerza, suavidad, y sobre todo, ese punto cumbre de éxtasis, que cualquier público, quiere alcanzar. Y así, desde la barra, calculando el momento preciso de cantarla, le pedí a una de mis amigas anfitrionas, que me haga el favor de ingresar mi pedido de la canción, en los siguientes minutos. Ella, sabía que, cuando yo pedía una canción, era porque estaba gestándose una explosión interpretativa, y en esa complicidad, ingresó mi pedido, dándole prioridad, en medio de toneladas de pedidos de esa noche, que estaban en espera. Me miro a lo lejos, alzó su mano dándome la señal, y empezó la función. Me acerqué al escenario, haciéndome espacio entre el público, que había atiborrado el local, subimos al estrado, cogí el micro, cerré los ojos, tomé respiración y juro que me creí, que era uno de “Los Beatles”, cantando en “The Cavern” en Liverpool, esa potente canción llamada ¡Oh Darling!: Lo que ocurrió durante la canción fue indescriptible. El público, “la mujer”, literalmente se entregó totalmente al “El Cabezón” y a mí. Fue nuestra noche, lo habíamos logrado. Todo fue un griterío interminable. Durante la canción sentí lo que los artistas llaman, “la conexión”. Sentí el alto voltaje que puede generar en el público, una canción interpretada con precisión e intensidad. El público nos abrazaba, y por unos segundos, les pertenecíamos a ellos. Realmente, me sentí uno de “Los Beatles”. Era inmensamente feliz. El cantante, que habita dentro de mí, había despertado y, estaba en su mejor momento.
El concurso
El punto máximo de toda esa generación de cantantes del karaoke del “Country”, tuvo su "zenit", en un concurso que organizó la empresa “Electrónica Wynk”, que representaba la marca “Laser Karaoke Pioneer” en el Perú, con su inconfundible logo del "lorito cantando". Fue un concurso a nivel nacional donde seleccionaron a doce cantantes, entre más de 400 candidatos. Entre ellos tuve la suerte de ser seleccionado. El concurso estaba muy bien publicitado, y consistía en recorrer todos los karaokes de Lima, seleccionado noche a noche, a los mejores exponentes del canto, en el uso del karaoke.

Fui seleccionado cantando la canción “Help” de “Los Beatles” y me obsequiaron un equipo de sonido “pioneer” para el auto. Esa noche, de la precalificación, fue muy intensa. Además, fue la primera vez que invité a mis hermanos Oscar y Manuel, y a sus esposas Irene y Rocío, quienes se quedaron roncos de tanto gritar, ovacionándome. Me vestí todo de negro para dar un impacto “beatlemaníaco” al momento. La canción me salió muy bien, pero, lo que mas me gustó, fue el panorama que tenía desde el escenario. Parecía un pequeño “Albert Hall Theatre” de Londres, guardando las abismales distancias por supuesto. El público estaba vibrante, por la emoción del concurso, el ambiente no podía ser mejor, así que me anunciaron, me subí al escenario y, con firmeza y seguridad, cogí el micro, y empecé a cantar con mucha energía:

Luego de tres meses del inicio de la etapa de preselección, seleccionaron a doce cantantes aficionados a nivel nacional, de los cuáles, seis éramos de la “Sociedad de los Cantantes Muertos” del “Country”. Nunca olvidaré la solidaridad, la camaradería y el compañerismo, que hubo en los ensayos de los cantantes seleccionados, entre los cuáles estaban “El Salteador” y el popular “Simba”. Él era el típico muchacho carismático, de buena presencia, que tenía el desagradable defecto de mentir permanentemente a los demás. En el karaoke del “Country” les decía a todas las chicas que era soltero, pero era casado. Que era millonario, y sin embargo, pedía prestado dinero para pagar sus cuentas en el bar y nunca lo devolvía, en fin, era un mitómano, con la típica característica de todos los mitómanos, caía bien. En el momento que nos pidieron que eligiéramos nuestras canciones, pedí, a propósito, una canción que no era de “Los Beatles”, pedí cantar “My Way”, canción popularizada por Frank Sinatra. Todos me criticaron por haber pedido una canción tan triste, y que además, nunca había cantado, lo hice, por una simple razón: necesitaba una canción que me describiera como soy, y sobre todo, que expresara lo que mi espíritu estaba sintiendo en ese momento. Ya no quería calcular, quería ser yo mismo, sin importarme el resultado del concurso. Estaba triste. Mi espíritu me estaba avisando que tenía que partir, y para eso, era necesario que dejara, a la “Sociedad de los Cantantes Muertos”. Mi vida tenía que seguir. Mi etapa de cantante de karaoke, había terminando. Y fue así. A pesar de cantar esa gran final nacional, frente a un auditorio de mas de 500 personas, en el que, incluso, mi madre había ido a verme, con varios de mis hermanos y sus esposas, y a pesar que “Nefertiti” estaba también entre el público, sentí que mi espíritu ya no estaba allí. Así que, consciente que iba a cantar mi canción de despedida, de esa hermosa etapa del “Country”, del público delirante, de los aplausos, de las luces, de los segundos antes de cada canción, del inigualable momento del clímax que tiene toda “conexión” con el público, en fin, de todas aquellas maravillosas sensaciones que había sentido durante los dos años de mi vida que fui adicto al “karaoke”, sensaciones que hacen el alimento diario del artista, es que tomé el micro, y con mucha tristeza, dignidad y entereza, empecé a cantar: Como era de esperarse, no gané el concurso. Quedé sétimo de los doce concursantes, pero no me importó. Sentí que había sido coherente con mis sentimientos, y eso me bastaba. Además sentí que me quité, un gran peso de encima. El concurso tampoco lo ganó “El Saltador”, ya que, no solo cantó mal, sino que hizo una muy mala interpretación de “Bailar Pegados” de Sergio Dalma, pero imitando al gran “Rafael”. Esa desatinada mezcla, definitivamente no podría dar un buen resultado. El que ganó fue, para la sorpresa de todos los presentes, y como siempre ocurre en todos los concursos de canto, el más carismático de la noche, es decir, “Simba”. En realidad, esa noche fue la noche de “Simba”. Fue lo único verdadero que había hecho en su vida. Decir que era un ganador de un concurso de esa magnitud, no era una mentira, era una feliz realidad. “Simba” no cabía en su pellejo, estaba feliz, y se lo merecía, porque esa noche cantó muy bien. Ganó con la canción “Noelia” de Nino Bravo, canción que en los ensayos le propuse a “El Saltador” que la cantara, pero como es tan egocéntrico, no me hizo caso, y perdió. En teoría “El Saltador” era el favorito, pero, los favoritos no siempre ganan. Siempre he pensado que la victoria para cualquier cosa, es producto de la insistencia y el esfuerzo, por eso, y desnaturalizando, la famosa frase del gran filósofo francés René Descartes, siempre he creído que todo hombre debe decir, “Pienso, luego INSISTO”.
Nefertiti
Si bien perdí el concurso, gané un amor. "Nefertiti" había aparecido otra vez en mi vida, después de cinco años desde que la vi en el “Teatro Segura”. Yo le mostré, por primera vez, el mundo del karaoke. Ella también quedó encantada, y más que eso, también se volvió adicta al karaoke, tanto así que, en los dos años que frecuentamos el karaoke del “Country”, nos hicimos muy amigos. Allí entre canciones, nos conocimos y nos convertimos en confidentes, uno del otro. Nos cuidabamos mutuamente. Cuando ella llegaba al karaoke, todo se paralizaba. Los chicos volteaban a mirarla, por esa sensual belleza que emana, así que me convertí en su "guardián", con el matamoscas en la mano, para espantar a cada "moscardón" que se aparecía en el horizonte. Ella pedía siempre, ésta canción de Olivia Newton John: Con el tiempo, comencé a sentir sentimientos encontrados hacia ella. Me empezó a fastidiar que otros la miren, y mi papel de “guardián” se comenzó a transformar en el de un “Jealous Guy”, pero como era mi mejor amiga, no podía manifestarlo. Un día decidí decirle todo lo que sentía, cantándole ésta precisa y oportuna, canción de John Lennon: La respuesta fue inevitable, nos habíamos enamorado. Comenzamos a salir solos. A descubrir nuestros mundos interiores. Ya no había nadie entre nosotros, solo éramos ella y yo. Entramos en una locura de amor desenfrenado. Nada ni nadie pudo detenernos. Era como si cada uno de nosotros, había guardado durante años, una intensa fuerza amatoria, el uno hacie el otro, y solo quedaba gozar de ella. Fue maravilloso. El amor había llegado a nuestras vidas y éramos felices.
La despedida
A los cantantes del “Country”, les causó un tremendo “shock”, vernos a "Nefertiti" y a mí, como pareja, ya que siempre nos habían visto como grandes amigos y además, a algunos no les gustó, porque sus esperanzas de amor con "Nefertiti" quedaban descartadas, y a algunas, porque ya no sería más, el solitario “Caballero de la Barra”. Todo pasó muy rápido, y el hecho es que, de una manera casi cronométrica, puedo decirles que, la final del concurso, significó el final de nuestro querido karaoke del “Country”. Por esa época, comenzaron a abrir nuevos karaokes en Lima, y los cantantes comenzaron a dispersarse. Después de unos meses de amores locos, "Nefertiti" y yo, regresamos una noche al karaoke, y con mucha pena nos dimos cuenta que el público ya no era el mismo. Había sido tomado por otra generación de cantantes, más jóvenes que nosotros, por supuesto, y así fue como, decidimos dejar de frecuentarlo. El ciclo se había cerrado definitivamente. Mi adicción al “karaoke” se había convertido en mi adicción por “Nefertiti”.
El recuerdo
Pasaron unos dos años, desde la última vez que "Nefertiti" y yo, estuvimos en el karaoke del “Country”, y un día viernes, nos animamos para ir a cantar al "Karaoke" del "Country", y recordar buenos tiempos, pero nos dimos con la triste sorpresa que nuestro querido "Karaoke" del "Country", ya no existía. Había cerrado, para dar paso a la remodelación del hotel, que había sido alquilado por una franquicia hotelera mexicano-argentina. Con mucha tristeza, vimos que la entrada había sido clausurada. Nos quedamos en silencio, cogidos de la reja, como resistiéndonos a perder, nuestros maravillosos recuerdos. La nostalgia nos invadió ya que nuestra historia de amor tuvo su génesis en nuestro querido karaoke del “Country”, y fuimos testigos de innumerables historias de amor, soledad, ilusión, y alegría. El karaoke del "Country" cobijó con generosidad en su escenario, a toda una generación de cantantes, que fuimos felices bajo sus reflectores y que, sin importar que tan lejos estemos, ni el tiempo que transcurra, lo recordaremos por siempre. La tristeza nos embargó esa noche, allí parados los dos solos, frente a esa inolvidable puerta negra de hierro forjado. En medio de nuestra profunda melancolía, y desbordados por nuestros recuerdos, reaccioné, y le dije a "Nefertiti": “Vamos amor, no nos pongamos tristes, el karaoke del “Country,” jamás desaparecerá de nuestros corazones. Su magia nunca la olvidaremos, ya es parte de la magia de nuestra vida. Hay que dar gracias a Dios que tuvimos el privilegio de haber sido artistas, de este gran escenario del mundo. Siempre recordaremos, en cada canción, aquellas noches en las que soñamos con ser grandes estrellas, así como, el fresco aroma de las gardenias que adornaban su entrada, y que lo olimos tantas veces, al entrar y al salir, de éste hermoso hotel antiguo, en el que nuestras almas se encontraron para siempre.” Ojoavizor.

17 comentarios:

Nefertiti dijo...

Querido esposo Ojoavizor:

He querido esta vez comentar para reiterarte mi admiración y porque este artículo me toca de cerca y me has hecho más que recordar, revivir. Mi corazón está lleno de emociones. Cómo podía imaginar que en esos días se escribía la historia más hermosa de mi vida. He recordado a nuestros amigos como "medusa" que en su mundo solitario y de desamor me protegió como a una hermana y al "loco" que sólo los que lo conocíamos de verdad sabíamos que su corazón era muy sensible, por eso más de una vez lo oí cuestionarse con tristeza en su voz: "Por qué es así la gente?"; y a nuestro amigo “el soñador” que años después compartimos con él el momento de su vida donde deja de ser “solitario” para siempre el día de su matrimonio.
Efectivamente, existe una foto donde estoy yo años antes entre el telón mirándote fascinada tocar y cantar y que ahora entiendo que mi vida y la tuya estaban unidas desde mucho antes.
El karaoke fue una experiencia liberadora, fascinante y mágica que se forjó en mí con cada nota.
En esos días viví la historia de amor que toda chica sueña. Hiciste cada día para mí algo bonito que recordar.
De las muchas canciones que interpretabas maravillosamente “Jealous Guy” llegó cuando tú y yo habíamos forjado una amistad tan pura que era imposible no llegar a amarnos, pero no sólo me conquistó la canción; me conquistaste tú, tu voz, tu ternura, el caballero con el que había soñado y que poco a poco reconocía en los ojos de mi mejor amigo.
Los días del karaoke serán inolvidables para mí y lo he recordado con cada una de las canciones que aquí has puesto, pero sobre todo, lo tengo presente porque estás a mi lado y contigo la aventura de esos días se prolonga en un amor incomparable que ahora compartimos con nuestros dos hijos. Gracias por hacerme recordar y por acompañar esos recuerdos con tu presencia y tu amor. Nuestra amistad siempre ha sido nuestra reserva. Mi cariño como amiga me ha permitido evaluar y sobrellevar los momentos buenos y difíciles y mi amor me hace desear estar a tu lado toda la vida y cada día poder sentir la misma emoción que sentí la primera vez que me cantaste “Jealous Guy”.
Aunque ya no vemos a las estrellas de ese karaoke como “el loco”, “la ronca”, “la medusa” y otro personajes como "narciso" con quien medusa llegaría a vivir momentáneamente el amor para luego volver a su soledad; “el saltador” que para mi dejó en ese karaoke del “country” los últimos rezagos de sensibilidad antes de partir para el lado oscuro; otra estrella que yo quisiera llamar "el che", un eterno misterio, pero siempre tan bueno con nosotros, o amigos que también encontrarían el amor como "ojitos" que después de sufrir un terrible accidente en Australia tiene una linda familia con una chica que conoció en el karaoke, y "el chino" que junto con “el cabezón” deambulan aún por todo karaoke de Lima buscando encontrar tal vez la magia que en esos días vivimos y muchos otros personajes con quienes compartimos y que estoy segura, que por más que hayan cambiado sus vidas, con cada una de esas canciones recordaran lo que un día nos unió y nos hizo palpitar fuerte el corazón: la música.

Yo, por mi parte, te dedico todas las canciones ya que todas las canciones me hacen recordarte. Fuiste y eres mi estrella favorita y ahora puedes contarme como la más leal admiradora de tu blog, tu voz y tu vida.

Con amor, tú esposa

Nefertiti.

Ojoavizor dijo...

¡Ah! mi querida Nefertiti, que puedo decirte, que ya no te haya dicho en cada noche de estrellas.
Tú fuiste la mujer más bella del karaoke del "Country", y sobre todo, la más sensible.
Quién diría que el otro día, nuestro amado hijo "Maravilla", en una fiesta infantil, haya cogido el micrófono, voluntariamente, para cantar, en versión karaoke, "Let it be", delante de todos los invitados, y nuestro adorado hijo "Manzano", cuando canta en la casa, "Be Bop a Lula", moviendo la cintura.
Sueño con que algún día, con mis hijos mas grandes, te demos un concierto, como el que alguna te dí en el "Country". Estoy seguro que seguirás siendo esa hermosa chica, que me miraba cautivada, cuando le cantaba "Jealous Guy".

Te amo y gracias por comentar.

Tu bien amado esposo

Ojoavizor

Bell fono 89308488 dijo...

Uhmmm!!!qué cosa más linda, cuánto amor.
Les deseo que esten bien, parecen recién casados. Les iba a pedir una recomendación de lugares, pero lo haré después, ahora los dejo en el romance.
Muchos saludos!!!

Ojoavizor dijo...

Gracias Bell George, por tus bonitas palabras. Y bueno, si, con mi esposa somos unos chiquillos enamorados.
No te pierdas el próximo post, te aseguro que te gustará, ya que veo que eres toda una romántica.

Ojoavizor

Soñadora dijo...

Ojoavizor, que preciosa historia de amor, que bellos recuerdos.
En realidad, si te pones a pensar, el karaoke del Country cumplió su parte al permitir que naciera ese sentimiento entre ustedes , y propiciar esa amistad que luego derivaría en amor, así que no hay que sentir pena de que ya no exista, hay que alegrarse de que estuvo ahí cuando tenía que estar.
Besitos para ti y Nefertiti.

Anónimo dijo...

hola ojoavizor!!
me ha encantado leer este post y conocer tus aficiones en cuanto a música, y por supuesto, todo lo que ha significado para ti ese karaoke y la gente que allí te acompañaba.

Siempre pienso que las entradas de los blogs son incompletas hasta que llegan los comentarios.
Esta entrada tuya, se ha completado con la aportación de Nefertiti.
Mejor dicho, creo que entre los dos, han llegado a la cuadratura del círculo. Felicidades, y enhorabuena a los dos

José Miguel dijo...

Pues sí, estáis enamorados como el primer día. Así da gusto. Me ha gustado el relato que has escrito, tienes dotes de escritor, además de cantante.
Ha habido alguna cosa que has dicho que me ha sorprendido, como eso de que a las mujeres no les gustan los hombres "con personalidad propia", que dices cuando te refieres a uno de los asistentes al karaoke. No acabo de entenderlo, pues yo pienso que es justo al contrario.
Me ha gustado también eso de "pienso luego insisto". Cela, pemio Nobel de Literatura español, dijo también: "El que resiste acaba venciendo".
Por cierto, a mí la canción "My way" me encanta, además de que también me gusta el karaoke, pero sin público, sólo en casa con algunos amiguetes. Soy tímido para cantar por ahí.
Me ha sorprendido que en una etapa de tu vida fueras, como dices, un "workaholick", no te pega. Dices que después de esa adicción tuviste la adicción al karaoke y luego a tu actual esposa (precioso ese comentario que ha puesto). Curiosamente el otro día vi un programa en el que se decía que para ser feliz hay que estar continuamente obsesionado con algo, sea lo que sea, obsesionado en el sentido de que cuando realizas esa acción, quedas completamente absorbido por ella: Consigues fluir, que lo llama el científico que así lo piensa.
Aparte de esto, quiero comentar que mi amigo fermín, estoy seguro de que sin darse cuenta, pudo provocar un malentendido sobre una cosa que comenté en tu entrada "La señal". Como digo es un malentendido.
Bueno, aparte de eso, os deseo la máxima felicidad para ti, para "Nefertiti" y para vuestros dos hijos. Y a ver esa próxima entrada que viene tan romántica...
Un saludo!

Ojoavizor dijo...

Gracias estimada Soñadora por tus siempre cariñosas y sensibles palabas.
Efectivamente el karaoke del "Country" estuvo ahí cuando tenía que estar.
Pienso que el Karaoke fue otra de "las señales" de mi vida.

Ojoavizor

Ojoavizor dijo...

Mi estimada Luna, gracias por tu generosidad.
Los hermosos comentarios de Nefertiti y los que todos ustedes, mis estimados amigos de la blogosfera, tengan a bien escribir para mí, lograrán siempre la "cuadratura" de mis palabras.

Ojoavizor

Ojoavizor dijo...

Mi muy estimado José, cuanto me gustaría, que salgamos algún día, a algún karaoke, en algún rincón oculto de la blogosfera, con Nefertiti, Soñadora, Luna,Gato, y todos aquellos bloggers de buena voluntad, para animarte a que cantes ante todos nosotros y puedas cantar con todo tu corazón, y te aplaudamos con mucho cariño y respeto, para que sientas "la conexión".
Gracias por tus sensibles palabras.
Respecto a lo que señalas que mencioné en el relato referente a lo que piensan las mujeres, sobre los hombres "sin personalidad", estoy totalmente de acuerdo contigo, de repente me equivoqué al redactar el sentido de la oración. Te pido disculpas por el yerro. Efectivamente, pienso que las mujeres no perdonan "la falencia de una personalidad propia". Aunque tu comentario,me estimula a agregar, que las mujeres tampoco perdonan "la estrechez del corazón" de un hombre, como la canción de ese extraordinario grupo e rock chileno: "Los Prisioneros"
Por lo demás que me dices del amigo Fermín, no te preocupes (la verdad ni había dado cuenta).
Mi estimado José, ten por seguro que de tu persona solo puedo esperar las mejores de las intenciones, eso se puede apreciar incluso a miles de kilómetros, ya que para las cosas del espíritu, no existen las distancias.
Un fuerte abrazo, y gracias otra vez.

Tu amigo

Ojoavizor

González Luis dijo...

Que gran historia! En todo el sentido de la palabra, en texto, en calidad, en sentimientos.
Es todo un trama y guíon para novela escrita o filme de película.

Cuando empezaba mi adolescencia no tenía el talento para ser cantante pero me sabia muchas canciones "viejas" por que era lo que escuchaban mis padres. Y yo me decía por que no inventarán un guión para aprenderme las demás! Bueno, estos orientales me complacieron y serian años después cuando también en los bares inicié mi desahogo por cantar.
En el intento algunas veces me quize ahogar y otras he recibido grandes aplausos... Es una gratificante experiencia. Felicitaciones por todo, por tu sétimo lugar, por amar, y ser amado. Por la amistad y la gran historia que nos compartes.

Ojoavizor dijo...

Muchas gracias por tus palabras, estimado Capricornio.

¡Que bueno que te guste cantar!, te invito entonces a unirte a "la Sociedad de los Cantantes de la Blogosfera".
Estoy seguro que sería una noche inolvidable, llena de aplausos y alegría, gozando también, de alguna, muy buena comida costaricense.

Un abrazo y gracias por comentar.

Ojoavizor

Juan Carlos dijo...

Muchas Gracias por compartir esta linda historia Ojoavizor !

Y muy bien acondicionada con los diferentes videos, te felicito !

Que interesante seria algun dia conocernos con todas las personas mencionadas en tu anterior comentario. Seria Maravilloso !

Precisamente pensaba en algo asi, dias antes....

Abrazotes: El gato

Ojoavizor dijo...

Muchas gracias por tus generosos comentarios, mi muy estimado Juan Carlos.

Y claro que me encantaría que nos reunámos con todos nuestros "amigos bloggers", en algún karaoke de la blogosfera, a cantar hasta quedarnos roncos.

Un fuerte abrazo

Ojoavizor

Bell fono 89308488 dijo...

Hola Ojoavisor: quiero que sepas que he hecho unos arreglines en mi blog y he intentado poner el tuyo entre los blog que visito pero nada, no puedo, es algo de informática que le falta a tu blog para que pueda ser incluído en la parte de diseño del blog, no sé bien, yo les aviso porque los quiero incluir y hace mi camino en la web más corto.
Un saludo, escribe de la vida en el Cuzco de la gente de allá, de los tejedores.

aaaa dijo...

Para mi la música ha sido importante en mi vida (como en la de muchas otras personas), un artista español decía hace un mes que una canción, una música es muy potente porque despertará nuestra memoria en cualquier momento.
Toda la vida desafinando, tanto de adolescente, como ahora de mayor intenté ir a un coro, y siempre muy amablemente me han invitado a sentarme a un lado. Desafino y mucho... en fin el karaoke también lo he intentado, incluso las navidades pasadas subí un video mio cantando (ya lo bajé). Comparto contigo el gusto por muchas de las canciones que mencionas aqui, será por edad similar.
Un abrazo y gracias por recordarmelo

Ojoavizor dijo...

Gracias por comentar Rafaela.

Para mí el canto es una de esas practicas del ser humano, que lo ayudan a liberar su alma, aunque sea por unos momentos.

Ojoavizor