viernes, 26 de septiembre de 2008

El lado oscuro

Todos los seres humanos tenemos un lado oscuro en nuestro mundo interior. En mayor o menor medida, pero lo tenemos. El mundo sería un eterno paraíso, si no existiera ese lado oscuro. Lo importante es reconocerlo y, adoptar una posición frente a él. Si bien es cierto que, más allá de nuestra voluntad, el lado oscuro ocupa un lugar en nuestra vida, eso no significa que debamos resignarnos a convivir con él, o renunciar a vivir, en "el lado claro" de nuestra vida. Como mis reflexiones, se basan fundamentalmente, en mis experiencias de vida, en esta oportunidad, y a partir de una oscura, triste y dolorosa experiencia que me toco vivir, hace muchos años, trataré de explicar, cuáles son los mecanismos de ese lado oscuro, que captura nuestras almas, a veces por breves momentos, y a veces, para siempre.
El colegio
Corría el año de 1978, y yo era un aplicado y entusiasta estudiante de tercer año de media, en un prestigioso colegio católico de Lima. Pasaba por una buena etapa escolar, en la que siempre fui, uno de los alumnos, con las más altas calificaciones. Mis compañeros de clase, eran muchachos alegres que vivían, como yo, cerca del colegio, en el distrito de Miraflores. Nunca fui muy popular en el colegio, pero era conocido por mis habilidades matemáticas, que hacía que mis compañeros, se me acerquen a pedirme apoyo para que les ayude a hacer sus tareas o cualquier explicación adicional, que no le habían comprendido al profesor. En general, se podría decir, que mi etapa escolar, quitando las diversas deficiencias, y contradicciones institucionales, del Colegio, había sido relativamente agradable, hasta que llegó esa oscura y tristísima Semana Santa del año 78.
El campamento
Todo empezó ese mes de Abril del año 78, en plenos preparativos para las celebraciones de la Semana Santa, cuando se me acercaron unos seis "amigos" de clase, para invitarme a un campamento en "Santa Eulalia". Un bonito lugar campestre, ubicado a dos horas de Lima, que se caracterizaba, en aquélla época, por ser el lugar ideal para acampar, lejos del bullicio de la ciudad. La idea sonaba muy bien, por lo que acepté entusiasmado a viajar con ellos, con los permisos previos de mis padres. El campamento fue organizado por una persona de aprox. 25 años, que, en adelante, le llamaré "Atila". Él era el hermano mayor de uno de mis compañeros de clase, que le pondré el seudónimo de "El Cuervo" (lo importante creo yo, no son los nombres, ni juzgar personas, lo importante es poder encontrar enseñanzas de las acciones, buenas o malas de nosotros mismos, o de los demás). Todos los "amigos" que íbamos al campamento teníamos entre 13 y 14 años, a ellos les pondré también los seudónimos de, "La Serpiente", "El Gallina" y "La Zanahoria Agria", que junto a "El Cuervo", al líder "Atila", y yo, formábamos un grupo de seis alegres campistas, dispuestos a pasar tres días de sana diversión y esparcimiento. Nunca voy a olvidar las buenas maneras y la cordialidad que tenía "Atila" conmigo, y las bromas que nos gastábamos durante el viaje en el auto de su papá, quién luego de dejarnos en el sitio para acampar,regresó a Lima, deseándonos que nos divirtiéramos mucho.
El día 1
El primer día transcurrió entre el armado de la carpa y la repartición de las responsabilidades que debíamos asumir cada uno de nosotros durante el campamento. Les demostré mis habilidades como campista, por haber sido "scout" (ver mi el spot: http://ojoavizorlimaperu.blogspot.com/2008/08/scouts-del-mundo-siempre-listos.html), por lo cual, no solamente armé correctamente la carpa, sino que preparé un delicioso almuerzo, quedando todos contentos. Por la tarde, nos fuimos a caminar por los alrededores, encontrando un hermoso campo de fresas, conversamos con el agricultor muy jovial, que las cultivaba, y que generosamente nos regaló varias bolsas. Por la noche, después de una opípara cena a base frejoles, tocinos, salchichas, fresas y "marshmellos" (asados con el fuego de la fogata), y, entre bromas sanas y no tan sanas, empezamos a contarnos historias de terror. Y así venían las historias, una más terrorífica que otra, hasta que nos dio sueño y nos metimos en nuestras bolsas de dormir, protegiéndonos del intenso y húmedo frío rural, temblando de miedo, por las historias escalofriantes que nos habíamos contado, y yo sin presagiar que al día siguiente, el horror que viviría, sería de verdad.
El día 2
El segundo día, "el lado oscuro" cubrió con su pesado manto, todo el campamento. Los "buenos muchachos" con los que habíamos ido al campamento a divertirnos, sana y alegremente, se transformaron. Empezaron, sin explicación alguna y sin haberles hecho absolutamente nada, a tratarme con mucho desprecio y agresividad. Fue algo inexplicable. Parecía una verdadera pesadilla. Ahora, años después, puedo comprender lo que realmente paso, pero en ese momento, siendo un niño de 13 años, no comprendía nada. Realmente sentí miedo, mucho miedo. Estaba lejos de mi casa, desprotegido, y sobre todo absolutamente confundido, así que opté prudentemente por quedarme callado, en silencio, para no provocar un acto violento de ellos hacia mí. Pero fué inútil. Por la noche, además de no dejarme cenar, mientras que dormía en mi bolsa de dormir, "El Gallina" junto a todos ellos, se me acercó con un encendedor en mano, y comenzó a quemarla por el lado de mis pies. Gracias a Dios (que siempre me protege), la bolsa de dormir era de algodón, por lo que me dio tiempo a despertarme por el olor a quemado, en medio de las carcajadas de todos, liderados por un "Atila", que de ser una persona cordial se transformó en un ser indolente, abusivo y sobretodo agresivo. Logré rápidamente, apagar el conato de incendio, que hubiera significado mi propia muerte, por graves quemaduras. Esa noche, fue la más terrorífica de mi vida, ya que hacía grandes esfuerzos por no cerrar los ojos, pensando que si lo hacía, no iba a despertar nunca más. Ya no estaba entre "mis amigos" con miradas sencillas e inocentes, estaba frente a una especie de "mutantes del lado oscuro".
El día 3
En el tercer, terrorífico día, las cosas en vez de mejorar, empeoraron. Muy temprano, me fui a caminar por los alrededores, tratado de no estar al lado de ellos, en lo posible. Busqué al agricultor que el primer día nos había regalado fresas, pero lamentablemente no lo encontré. Me quedé allí sentado, sólo, abrazando mis propias rodillas, con el alma en vilo. Las fresas fueron mis compañeras. Comí algunas, ya que no había cenado el día anterior, ni desayunado por la mañana. No tenía mucha hambre. Sólo sentía mucho miedo, y angustia. Quería estar en casa, sentir el calor familiar. Después de pensar y pensar, qué podría haber hecho o dicho, que les haya mortificado tanto como para odiarme de esa manera, sin piedad alguna. No encontraba una respuesta lógica a mis preguntas. En fin, estaba solo, y tenía que arreglármelas hasta la tarde de ese día tercer día, en que vendría el papa de "Atila" a recogernos, para llevarnos de regreso a Lima. Regresé caminado al campamento, no sin antes, traerme en la mano, cuatro plantones de fresas, con la idea de llevárselos a mi madre, para que los siembre en su hermoso jardín, donde actualmente, tiene sembrados algunos frutales y muchas flores. Estar en ese bellísimo campo de fresas, fue lo único amigable de ese terrorífico campamento de Semana Santa, que de "santa" no tuvo absolutamente nada. Mientras caminaba de retorno al campamento, y atravesaba un pequeño riachuelo, sentí un impacto en mi mejilla izquierda, que me empezó a doler, y luego a sangrar. Al escuchar unas carcajadas diabólicas, comprobé con estupor, que mi amigo "La Serpiente", con el que habíamos jugado fútbol tantas veces, el amigo que yo más admiraba de mi salón, el estudiante más popular de la promoción, y el más respetado por todos (incluso llegó, tres años después de éstos hechos, a ser "el Presidente de la Promoción"), el que me había contado con lágrimas en los ojos, sus confidencias familiares, si, él, mi amigo, "La Serpiente", me había disparado con una pistola neumática, de esas que se usa para matar animales. Me había disparado, con la clara intención de dejarme ciego para toda la vida, disparo que gracias a Dios, no llegó a su verdadero objetivo, y me dio en la mejilla. Fui muy duro para mí, darme cuenta que mi "amigo, "La Serpiente" quiso dañarme. Mi corazón se aceleró. Sentí la muerte cerca. Pensé que lo que estaba pasando, estaba fuera de todos los límites. Pensé en un momento, que me iban a matar. Si lo pensé. Probablemente, o estaban drogados (cosa que no me constaba, porque no los vi drogándose), o algún tipo de demonio había tomado posesión de ellos. No terminaba de entender nada, cuando, de pronto, se me acerca "Atila", mientras me limpiaba la sangre del rostro, y poniéndome su cuchillo de "Rambo", en el cuello, me dijo con una risa burlona y una mirada diabólica: ¿Tienes miedo?, "ahora sabrás lo que es el miedo", mientras se reía a carcajada limpia, junto a las risas de todos los demás "mutantes". El miedo que sentí, fue indescriptible. Mi otro "amigo", conocido como "La Zanahoria Agria", con su ya conocida actitud de "Poncio Pilatos", solo me miraba, sabía lo que estaba sufriendo, pero no decía nada, tal vez por miedo a que le hagan lo mismo, pero no intervino para poner fin al abuso, al que todos estaban sometiendo, a su amigo de infancia. Solo casi al final, me dijo al oído: "Sígueles la corriente, no hagas resistencia porque es peor". Me habló literalmente como esos "comisarios" judíos de los campos de concentración, que ayudaban a los alemanes a torturar y matar a sus propios hermanos judíos, con tal de recibir dádivas, o tal vez proteger sus vidas, siendo cómplices del dolor causados a un hermano. Aquí les muestro una foto que grafica muy bien, la imagen real de "Atila".

El retorno
Mientras retornaba a Lima, en el auto del papa de "Atila" y de "El Cuervo", el miedo que sentía, comenzó a transformarse en rencor, impotencia y, finalmente, en odio. Tenía 13 años y aprendí lo que era el odio. Nunca antes lo había sentido. Nunca. En mi hogar, yo siempre había recibido amor y comprensión. Era lo que se puede decir, "un buen muchacho de casa". Nunca había experimentado, esa situación límite de terror e inseguridad física y psicológica. Nunca había visto tanta violencia, tan cerca. El odio empezó a dominarme, y de allí a la sed de "venganza con justicia", había un paso. Comencé a creer que lo justo era vengarme. Que "Atila" y los demás, merecían un duro castigo por el abuso psicológico al que me habían sometido. Cinco personas contra una, aprovechando, en forma abusiva, la lejanía y la oscuridad, para dañar a un niño de 13 años. Lo más duro de todo, era tener que aceptar que "mis amigos", con los que me quedaban más años de estudios, con los que me había conocido desde los 6 años, desde el inicio de nuestra vida escolar, muchachos provenientes de "familias conocidas en la comunidad católica de Miraflores y, de un nivel cultural, supuestamente, superior". Sí, los "mejores hijos" de esas familias, quisieron dañarme, física y psicológicamente, actitud oscura y abusiva, que mi alma y mi corazón, no lo podía comprender, por lo que mi sufrimiento y dolor interior, era inevitable. Cuando llegamos a Lima, se despidieron de mí con sonrisas falsas, como si nada hubiera pasado, simulando nuevamente, una cordialidad inexistente, falsa e hipócrita, frente al padre de "Atila" y de "El Cuervo", para que, supuestamente, nunca se enterara de nada. Aunque, nunca estuve muy seguro, si ese señor, no se imaginaba, ni lejanamente que sus hijos, tenían serios problemas psicológicos, o si, era plenamente consciente, de ser el responsable directo, de tener hijos con esas conductas anormales. Eso nunca lo sabré.
El samurái
No lo pude evitar. El odio me había capturado. Mi "lado oscuro" tomó el control de mis actos. Tenía 13 años, y había aprendido, en menos de 72 horas, a odiar profundamente. Bastaron 72 horas para que un niño, con ilusiones, que había sido "Boy Scout", que le gustaba estudiar, que hacía todas sus tareas escolares, que era solidario y que participaba en las colectas públicas para recolectar fondos para los niños con "Síndrome de Down" del Perú, se pase al "lado oscuro". Todo se había ido. Mi primera experiencia dura de la "maestra vida", me había convertido, inevitablemente, en un "samurái", deseando vengarme de todos ellos de la siguiente manera:
Pensé muchas formas de vengarme, desde denunciarlos a la policía, hasta tomar la justicia por mis propias manos, sin decirle nada a mi familia, ni a nadie. Al final, tomé la segunda opción, porque, ya desde esa edad, no me gustaba molestar o cargar a nadie con mis problemas. Quería solucionar y cargar con mis propios problemas. Era una manera de "endurecerme" para la vida. Además, dentro de mí sentía que, el dolor y la humillación que sentí en ese campamento, me habían endurecido, rápidamente, y lo suficiente, como para soportar cualquier cosa en la vida. No quería que mi familia, sufriera por el dolor que yo sentía, quería protegerlos de tanta oscuridad y dolor. Tal es así, que cuando llegué a la casa, les dije que el campamento había sido de maravilla. Incluso le llegué a entregar a mi madre, los plantones de fresas que le había traído de Santa Eulalia, para que los siembre en su bello jardín. Eso pensaba en ese momento. "El lado oscuro" me había fortalecido.
La venganza
Tomada la decisión, puse como objetivo de mi venganza, a "Atila". El más desalmado y abusivo de todos. Agravaba su situación, el hecho de doblarme la edad. El que debió liderar positivamente el campamento, y cuidarnos a todos, se encargó de hacer de él, la pesadilla más grande, manipulando a todos para hacerle daño a un ser humano. No lo podía perdonar. El objetivo de mi venganza, definitivamente, era "Atila". El espíritu más oscuro de todos. Si bien me sentía un "samurái" con sed de "justa" venganza, quería ejecutarla con inteligencia. Años después, confirmé que la estrategia que diseñé para ejecutarla, están reflejadas en las reglas milenarias de la guerra, de Sun Stzu en su famoso libro "El Arte de la Guerra". Eso significaba que dentro de mí, incluso en momentos de ira, había un sentido del equilibrio y de la justa proporción de la confrontación. En ese sentido, hice un análisis de mis propias fuerzas y concluí que si yo, personalmente lo enfrentaba en una pelea a "Atila", iba a perder inevitablemente, ya que "Atila", no solo era mayor que yo por 12 años, sino que pesaba el doble, y cada uno de sus músculos era como para desanimar a cualquiera. Literalmente, "Atila" era un toro. Así que era inútil una venganza, con aspiraciones de victoria. Estaba claro, el objetivo alternativo era "El Cuervo". El hermano menor de "Atila". "El Cuervo" si era de mi edad, de mi mismo peso, era más alto, pero en líneas generales, una lucha con él, era mucho más razonable, que enfrentar a "Atila". Así que, con la decisión tomada, empecé, en secreto, a preparar mi acción vengadora, que debía estar orientada a causar a "Atila", el mismo dolor psicológico, al que me había sometido durante el campamento. Quería que sintiera, con la misma intensidad, cada minuto del horror que yo había sentido en ese campamento, a través del daño que yo le causaría a su hermano "El Cuervo". Dentro de la oscuridad de todo lo que sucedía, pensé que mi decisión era justa.

La confrontación
Lo esperé a "El Cuervo", como dos horas, a varias cuadras del Colegio. Conocía la ruta que el tomaba de regreso a su casa. El plan era encontrarlo solo, sin sus otros amigos "los mutantes". Ya me estaba impacientando cuando apareció en el horizonte, a casi dos cuadras desde dónde yo estaba. Me paré y comencé a caminar lenta y pausadamente hacia él. Éramos él y yo. Nadie más. Era la oportunidad para ejecutar mi venganza. Por mi honor. Por mi dignidad. Me sentía un "samurái", alistándose para un "lucha justa", y sentía que nada, ni nadie, iban a poder detenerme. Cuando estaba a unos 10 metros de él, me paré, y lo miré fríamente como todo un guerrero, decidido a "vencer o morir". "El Cuervo" me miro, me saludó con una risa nerviosa, y cómo habrá sentido mi mirada, que vi que su cara comenzó a evidenciar el sentimiento de terror total. Una vez que lo sometí con mi mirada, di mi grito de guerra, como si fuera un filoso sable cortando el viento:"¡Hey Cuervo! Ahora estamos solos, pagarás por lo que me hicieron". "El Cuervo" quedó petrificado, se puso pálido, y sin esperar a que termine de reaccionar, corrí hacia él, con la mirada fija, con una perfecta sincronización de movimientos, votando furia por la nariz, como un toro de lidia salvaje, tomé impulso con la velocidad de un puma, y con mi puño como un mazo, le apliqué un contundente golpe en pleno rostro, cuyo impacto certero, literalmente lo desarmó cayendo al piso. Todo el resentimiento y el odio que sentía hacia todos ellos, que me lo había guardado durante dos días de terror, estaba contenido en ese golpe, convirtiéndome en un auténtico y sanguinario "samurái", y digo, sanguinario, porque realmente fue así, ya que de la nariz de "El Cuervo", afloró torrentes de sangre, que nos salpicó a ambos. "El Cuervo" estalló en llanto, y con odio, emanando baba de la boca, como si fuese un perro rabioso, me gritó: "No eres nada, soy superior a ti, eres basura". Cuando escuché esas palabras, entendí todo, comprendí que la envidia hacia mi persona, había sido la causa de todo el odio que él y los demás, habían sentido hacia mí, todo el tiempo. Odio y envidia contra mi persona, alimentados obviamente por su hermano, y tal vez por la educación de odio, que sus padres le habían dado. No terminaba de procesar las palabras de "El Cuervo", cuando, no sé de dónde, apareció "La Serpiente", y defendiendo a "El Cuervo", me dio una fortísima patada en mi estomago, cayéndome doblado de dolor. En la violenta escena, apareció también, otro compañero del colegio, al que lo llamaré "El Loro", él no fue al campamento, pero supuestamente, era amigo de los dos en disputa. "El Loro" se quedó parado mirando lo que pasaba, y a pesar que la pelea era desigual, dos contra uno, en vez de ayudarme, no digo defenderme, sino solo ayudarme, con parar la desproporcionada lucha, no intervino y siguió mirando como golpeaban a su amigo, con esa actitud cobarde de "Poncio Pilatos", vocación tan común en la gente sin personalidad y sin valores. Al final, golpeado, me paré, y "La Serpiente" me gritó: "Lárgate, y no te vuelvas a acercar por aquí".Tomé mis cosas desparramadas en el piso, y me fui a mi casa en silencio, con el alma destrozada, no solo porque mi "venganza" había fracasado, sino porque, una vez más, "los mutantes" se habían salido con la suya, amparados en su superioridad numérica, pero sobre todo, porque, "el lado oscuro" me había capturado en su espiral de violencia, odio y rencor. Sentía que caía y caía, cada vez más profundo, en un profundo y oscuro pozo, sintiéndome solo y débil, y cargando sobre mis espaldas, un dolor tan injusto. Sentí que no me merecía todo lo que me estaba pasando. Deseaba tanto despertarme y, pensar que todo era una pesadilla. Pero no. Todo era real, oscuramente real.
La represa
Ya el Gran Mahatma Gandhi, nos enseñó sabiamente que "La violencia engendra violencia", y así sucedió. Cuando llegué a casa, con mi camisa salpicada de sangre, mis padres y mi hermano Manuel, que en esa entonces tenía 19 años, estaban almorzando en nuestro acogedor comedor de la cocina de la casa. Pararon de comer, y me miraron con asombro, y mi mamá al verme la camisa ensangrentada, me preguntó con mucha serenidad: ¿Que pasó hijo mío? Y yo conteniendo con dificultad las lágrimas, le mentí, para no preocuparla, y le dije: "Nada mamita, un amigo se rompió la cabeza jugando futbol, y lo llevamos a la enfermería". Mi madre, como todas las madres, que saben todo lo que les pasa a sus hijos, con sólo mirarlos, me tomo cariñosamente de la mano y me llevó a solas a mi dormitorio, y allí, a solas, me miró a los ojos, con su hermosísimo rostro, y acariciándome al cabello, me dijo: "Hijo mío, no temas, dime la verdad, no me molestaré te lo juro. No olvides que ustedes mis hijos y su padre, son lo que más quiero en ésta vida. Así que, dime lo que ha pasado, te prometo que no me molestaré". Yo la miré con mis grandes y tristes ojos, que como una fortísima represa, contenían millones de metros cúbicos de lágrimas de varios días, y sin poder contenerlas más, la represa se agrieto y terminó rompiéndose, en el regazo de mi madre. Ella, sollozando conmigo, me abrazó con ese amor infinito e incondicional, que sólo las madres le pueden dar a sus hijos, y me dijo:“Llora hijo, llora todo lo que quieras, tu familia está contigo”.
El imperio contraataca
No había terminado de derramar todas mis lágrimas contenidas, sobre los brazos de mi madre, cuando escuchamos un griterío afuera de la casa. Era "Atila", que pasando todos los límites, se apareció frente a mi casa, con una banda de 20 muchachos, la mayoría de ellos con 25 años de edad. Todos estaban armados con "manoplas", "mancuernas", "cuchillos", “cadenas” y "palos", decididos a golpear a toda mi familia. Todos eran chicos de Miraflores, uno de los más “cultos” distritos del Perú, supuestamente provenientes de familias educadas y acomodadas, sin embargo, parecían más bien, avezados pandilleros de las zonas más peligrosas del Bronx, en New York. Yo no podía creerlo. Era la imagen surrealista, de la más cruda violencia callejera. La lógica de ellos, siempre fue, la superioridad numérica y el abuso del poder. Era una lógica, violenta, abusiva, desproporcionada y cobarde, ya que estaban involucrando a más personas, absolutamente ajenas al problema, sin el más mínimo respeto por la familia. Todas las oraciones, rezos, arrodillamientos, confesiones, golpes al pecho, que muchos de ellos, y sus familias, practicaban en la misa todos los domingos, en la capilla del Colegio, frente a la respetadísima y prestigiosísima comunidad católica de Miraflores, parece que no habían servido de nada, en la formación cristiana de todos esos jóvenes, que ese día, irrumpieron la tranquilidad de ese apacible y tranquilo distrito limeño. La cruda realidad, era que sus corazones, estaban llenos de violencia. Llenos de oscuridad, por mas blancas que eran sus camisas.

Mi madre, mi padre, mi hermano Manuel y yo, salimos a ver qué pasaba, y "Atila" le dice a mi hermano: "Lo vamos a destrozar a tu hermano, por haberle pegado al mío". Imagínense. Yo me quise vengar, sí. Pero en una lucha de igual a igual. Uno contra uno. Sin embargo, el sentido de la represalia de "la banda" liderada por "Atila", era veinte contra uno. Así las cosas, "Atila" cogió por el cuello a mi hermano Manuel, que tenía siete años menor que él, y lo comenzó a asfixiar con su brazo, sin piedad, allí delante de mí y de mis padres. Fue una imagen muy cruel. Era un nuevo abuso sin nombre, como al que cometió conmigo en el campamento, pero ahora, con el agravante que estaban mis padres, que eran personas mayores. A “Atila” no le importó nada, y dio rienda suelta a su animalidad desenfrenada. Todo se veía tan oscuro, tan desolado para mi familia, cuando de pronto, apareció el "vengador", el autentico "samurái". Apareció, el "samurái" que siempre quise ser, para vengarme de “Atila”. Era Jorge, el segundo de mis siete hermanos. El tenía, en ese entonces, 29 años y era un deportista consumado, con un físico extraordinario. Cada uno de sus brazos era un martillo vikingo. Había llegado, entonces, el momento de la lucha final.

La lucha final
Mi hermano Jorge, apareció como un rayo luminoso, quebrando la oscuridad, con un sonoro golpe seco que estalló en el rostro de "Atila". Vi el preciso momento en que el soberbio rostro de "Atila", estalló en sangre. El golpe había sido tan contundente y mortífero, que ninguno de los cobardes integrantes de la banda de "Atila", se animó a defenderlo. Ahora, la lucha era solo entre ellos dos. "El lado oscuro" contra "el lado claro". En medio de tanta violencia, mi alma entró en conflicto, ya que, por un lado, me dolía mucho que mis padres presenciaran estos terribles hechos de violencia contra la familia, sin que ellos sepan la razón (porque no se lo había contado), pero que yo sabía perfectamente, que era una “reacción”, a “la acción” de mi fallida venganza. Y por el otro lado, sentí una gran satisfacción de ver, como el rostro de "Atila", se desencajaba con cada golpe certero en el rostro, que mi hermano, con una actitud serena, concentrada y con mucha técnica de lucha, le aplicaba a "Atila" hasta que lo dejó, con los ojos completamente cerrados por la hinchazón. Fue una lucha final, realmente sangrienta, porque "Atila" también le cortó la mejilla a mi hermano con un cuchillo que tenía escondido en la mano, lo que probó, que "Atila", siempre necesitó de la trampa, de la superioridad numérica y física, y del arma artera escondida, para poder dañar a los demás. Mi hermano, solo usó sus manos para defender la seguridad de su familia. El no sabía nada del problema, de lo que me habían hecho, nada. El se encontró con todo este cuadro de guerra desigual, cuando estaba llegando a la casa a almorzar, y vio a una turba de maleantes, amenazando la vida de mi hermano Manuel. Mi madre, con lágrimas en sus ojos, suplicaba a los luchadores, que paren de luchar, pero era inútil, los dos estaban ciegos. Los dos querían triunfar y cantar victoria. “El Lado oscuro” estaba triunfando con su estela de desgracia y sangre. Fue entonces, cuando mi madre, a empellones se interpone entre los dos, y cogiéndole el rostro casi desfigurado, y lleno de sangre de “Atila”, le dice con una dulzura conmovedora, acariciándole el rostro, éstas palabras, que nunca, nunca, ninguno de los que estuvimos y fuímos testigos de esa oscura fiesta de sangre, podrán olvidar jamás en su vida: “Hijo mío, te hablo como si fuera tu madre. Te quiero mucho hijo. Debes parar ya, hijo, por el amor de Dios. Tú eres bueno. Tu corazón es bueno. Detente, hijo mío, en el nombre de Dios, para hijo mío, por favor.” Entonces, “Atila”, la mira con lo que le queda de ojo, ya que estaban muy hinchados, y le dijo: “Esta bien señora. ya me voy”. Su banda de compinches, lo cargaron, porque no podía ni pararse por sí mismo. Totalmente bañado de sangre, y cuando ya se iba con toda su “banda”, manda un grito casi gutural hacia el cielo, y con mucho odio, lo amenaza a mi hermano Jorge, diciéndole: “Te voy a buscar para matarte. Te encontraré solo y te mataré, ya verás. Tarde o temprano”. En fin, la lucha había, por fin, terminado, y si bien es cierto, desde el punto de vista de la lucha, había triunfado mi hermano Jorge, la verdadera triunfadora fue mi noble madre. El poderoso amor que ella virtió sobre todos nosotros, había derrotado a “el lado oscuro”.
El lado claro de la fuerza
Esa noche, todos estuvimos en silencio en nuestro hogar. Habíamos visto cara a cara, el lado más oscuro de la fuerza. A mi hermano le tuvieron que poner diez puntos en el rostro, por el corte que “Atila” le hizo al inicio de la pelea con un cuchillo que tenía escondido en la cintura. Yo, por mi parte, me sentía el ser más infeliz del mundo, porque pensaba que todo había ocurrido por mi culpa. Lo abrazé a mi hermano Jorge, y lloramos a solas mucho rato en su habitación. Mi madre, nos preparó a todos una sopa deliciosa y nos pidió con amor, no hablar del tema por algún tiempo. Nos dijo, que el tiempo era sabio, y que Dios y el tiempo, se encargarían de ayudarnos a entender todo, curar nuestras heridas, y sobre todo aprender de esta terrible experiencia. Toda la familia nos abrazamos, y oramos frente a la sagrada “Virgen de la Puerta” que mi madre tiene, hasta el día de hoy, en su habitación. Ella había logrado salvar a la familia de una desgracia, nos había abierto, a todos, la puerta de "el lado claro de la fuerza". Pasaron 30 años, desde ese terrible hecho, y con la madurez que dan los años, y el de ser padre de dos niños, ahora puedo entender todo lo que sucedió. Ahora tengo claro, que la causa de todo, fue el odio que “Atila” y sus muchachos, sentían hacia mi persona, pero no por mí, sino por lo que yo representaba. No soportaban que yo fuese tan feliz en mi hogar, porque tal vez, ellos fueron criados en un ambiente de odio y violencia. “La Serpiente”, antes del episodio del campamento, me confesó, con lágrimas en sus ojos, un terrible e inconfesable hecho, que le prometí no contárselo a nadie, promesa que estoy cumpliendo hasta ahora. Ese triste hecho, lo marcó para toda su vida. Con los años comprendí, que “La Serpiente” me había causado sufrimiento en el campamento, guiado por el oscuro temor, de que divulgué lo que él me confesó en confianza. Los fantasmas de su lado oscuro, lo hicieron dudar de mi silencio y de mi lealtad, y su mecanismo de defensa fue hacerme sufrir, para hacer que mi palabra no tenga valor frente a los demás, ya que como todos sabemos, las palabras de un "despechado" nunca son tomadas en cuenta, y así, bajo esa oscura lógica, garantizar que su secreto quedara seguro por siempre. "La Serpiente" se había arrepentido de haberme revelado su desdichado secreto y yo, fuí víctima de su inseguridad. Pero se equivocó, ya que jamás, revelé el terrible secreto a nadie, ni siquiera lo hice, cuando mi relación con él llegó a su punto más critico. No tomó en cuenta, que yo me consideraba su amigo de verdad, y que para mí la amistad es ante todo, lealtad, y la lealtad, en la mayoría de los casos, impone un deber de reserva. Así lo pensaba de niño, y lo sigo pensando ahora, que soy un adulto. Lo que había pasado, es que “La Serpiente”, irremediablemente, había sido tocado por su “lado oscuro”. Es que, así funcionan, los procesos oscuros de la mente. Esos procesos, nos explican esas terribles conductas y odios gratuitos, que mucha gente descarga contra nosotros, porque llevan en su mente, cargas pesadas de odio reprimido, que lo descargan sobre aquella gente inocente, que tienen lo que ellos carecen: amor. Es una especie de “envidia de la felicidad”, y eso es un problema, más que patológico, es una de las miserias de la condición humana, que todos tenemos que cargar, cuando no se tiene una disciplina espiritual, que nos fortalezca contra la invasión de esas miserias a nuestro espíritu. Es como un virus o bacteria, que hay que combatir, día a día. Ese tipo de oscuro sentimiento lo he vuelto a ver, innumerables veces en el transcurso de mi vida, ya sea en el trabajo, y en mi vida social en general. He aprendido que la vida tiene una fuerza con dos lados, un “lado oscuro” y un “lado claro”, y que nadie, está exento de ser captado por el lado oscuro. He aprendido que nadie, es totalmente malo, ni totalmente bueno. Todos tenemos un lado maravilloso, luminoso y creativo, donde reina permanentemente el amor. Pero también, todos tenemos ese lado oscuro, que nos esclaviza, y nos puede llevar a cometer grandes errores y, causar daño y dolor al prójimo. Es el cabal entendimiento de esa dualidad, la que nos debe impedir y evitar, juzgar a las personas. Cada uno de nosotros tenemos nuestros propios ángeles y nuestros propios demonios. Ellos viven juntos, y jamás desaparecerán. Es imposible. Es parte de la naturaleza humana no poder prescindir de ellos. Lo que sí podemos hacer, es cultivarnos en el espíritu, para evitar que “el lado oscuro” nos gobierne. “El lado oscuro de la fuerza” es atractivo y seductor, e incluso nos da poder y un supuesto “éxito” social (no se olviden que “La Serpiente” llegó a ser Presidente de la Promoción” en mi colegio, y elegido por amplia mayoría), pero siempre, nos cobra, y “nos termina envolviendo, con su falsa y engañosa percepción de nuestra “realidad espiritual” y nos vuelve esclavos de la oscuridad, esclavos de la ira (Ver mi post: http://ojoavizorlimaperu.blogspot.com/2008/07/la-esclavitud-de-la-ira.html). “El lado oscuro” carece de amor. El amor es privilegio, solo de “el lado claro de la fuerza”. Para evitar caer en el lado oscuro debemos tener una filosofía y disciplina de vida, que estimule nuestra “lado claro”. El espíritu necesita, que lo alimentemos diariamente. A mí me salvó tener una familia como la que tengo. Que me dio valores desde muy niño, y continuó dándomelos, con el ejemplo, de mis padres y hermanos, día a día. Si no fuera por ellos, yo sería un ser resentido y vengativo, contra el mundo. Cuando los niños son agredidos, y no reciben ayuda, es casi seguro, que se conviertan en agresores contra gente inocente. Así como “Atila” y sus muchachos, los niños agredidos, cuando crecen, pueden llegar a realizar las crueldades más terribles. Buscarán canalizar su odio a través de la venganza, la cual se vuelve inespecífica, es decir, el rostro de su agresor, lo verán en la cara de un amigo, de sus padres, o simplemente, de cualquier inocente que se cruce en su camino, e incluso, a veces ven a su agresor en su propio rostro. Cuando esta triste y oscura situación, se generaliza, estamos frente a una sociedad altamente violenta e insegura. En éste tema, los colegios juegan un gran papel, junto a la familia. Si no tomamos medidas para enseñar y practicar una filosofía y disciplina de vida espiritual, desde niños, la propia dinámica social, cada vez más violenta, verá con terror, aparecer más episodios sangrientos, como los de Columbine y Victoria Tech. Por eso, escuchemos a nuestros niños, protejámoslos de los abusos físicos y psicológicos. Cultivemos sus espíritus con la semilla del amor, la solidaridad, la veracidad, la compasión, la piedad con el otro, con los animales, con las plantas. Cuidemos la sensibilidad de los niños (y de los grandes también). Digámosles que los amamos todo el tiempo. Con ellos no podemos dejar que “interpreten" nuestro amor a través de lo material. Ellos necesitan que les digamos cada minuto de su vida que los amamos (ver mi post: http://ojoavizorlimaperu.blogspot.com/2008/07/al-infinito-y-ms-all.html). No bajemos la guardia. Hagamos ese esfuerzo, hagamos que “el lado claro” de la fuerza reine en nuestros corazones.
Los mutantes
De todos los que participaron en el campamento, solo sé que “Atila” murió desnucado, dos años después de la pelea, al estrellarse, con la moto que conducía, contra un poste de luz. “El Cuervo” se fue del colegio al año siguiente, y actualmente vive en Inglaterra. Nunca supe más de él. “La Serpiente” es actualmente Comandante de la Fuerza Aérea Peruana. “El Gallina” fue expulsado de la Escuela Naval de la Marina de Guerra del Perú, por incompetencia e indisciplina. Me lo encontré, hace muchos años, cuando fui a cobrar un cheque, y él era uno de los cajeros del banco. “La Zanahoria Agria” encontró a su esposa con otro hombre, en su propia casa, y se divorció. Le costó mucho superarlo, y se fue a rehacer su vida a los Estados Unidos. “El Loro” es actualmente, un implacable funcionario de impuestos de la Superintendencia Nacional Tributaria del Perú. Su especialidad es detectar a sus “amigos”, que deben impuestos, para embargarles sus bienes. Disfruta mucho con su trabajo.
El perdón
Hace dos años, mi Promoción del Colegio, cumplió 25 años, de egresados. Allí, me reencontré con “La Serpiente”. Me miró a lo lejos, con la cabeza baja, yo me acerqué, y le di la mano. No hablamos nada del oscuro episodio del campamento. Estábamos con algunos whiskys adentro, y como dicen que “los locos y los borrachos dicen la verdad” (aunque yo no tomo ni fumo, pero en ese almuerzo, si tomé algunos tragos, ya que la situación lo ameritaba), le dije las virtudes que siempre pensé que él tenía. Le dije que él era un líder, un auténtico líder, y que yo siempre lo admiré, en su integridad y liderazgo. En realidad, me nació decirle eso, porque era lo que yo siempre pensé de él. Lástima que no lo valoró en su momento. Se me había borrado todo vestigio de odio o rencor, y toda esa oscuridad que viví en esos dos días, que ya no quiero recordar más. En ese momento solo me acordaba de “mis amigos” de juegos, con sus sonrisas francas, amigos sin malicia, que alguna vez fueron, antes de ser tomados por su “lado oscuro”. “La Serpiente” me miraba conteniendo las lágrimas, me abrazó fuerte, se acercó a mi oreja y me dijo muy bajito: “Perdón”. Nos quedamos abrazados unos minutos, en silencio, y nos despedimos, tal vez, para siempre. Les mentiría si les digo que he olvidado todo. Si lo hubiera olvidado no estaría escribiendo este post. Cada noche de mi vida, cuando me acuesto, y me empiezo a dormir, pienso que alguien se acerca a matarme. El shock psicológico, de los abusos a los que me sometieron, esa sensación de inseguridad en las noches, han quedado grabados en mi mente, para siempre. Mi esposa me dice que casi todas las noches, cuando duermo, grito y muevo los brazos, como si tratará de defenderme de algo o alguien. No quiero tratarlo con un psicólogo, porque lo manejaré, poco a poco, mientras vaya avanzando en mi disciplina espiritual. Lo que sí puedo asegurar, es que desde el abrazo con “La Serpiente”, puedo dormir un poco mejor. A veces, me despierto en las madrugadas, y me voy al dormitorio de mis hijos, y me duermo con ellos. Mirando su pureza, viendo el rostro de Dios en sus caritas, y sintiendo que solo el infinito amor que siento, por ellos y mi esposa, es lo único que me puede salvar, y hacerme feliz por siempre. El perdón sana y purifica. Yo he perdonado de corazón a todos los que estuvieron en ese campamento. Espero que “Atila” descanse en paz. El perdón nos libera del dolor. Es la llave del “lado claro de la fuerza”.
Strawberry Fields Forever
En una de esas visitas que regularmente, hago a mi adorada madre (que ahora tiene, más de 80 años), conversaba con ella, sentados en su bello jardín, sobre diversos temas de la vida, cuando absolutamente sorprendido, me percaté que había unas pocas plantas de fresas en su jardín, e incluso, con algunas fresitas en flor. La mire, me miró, y con su bella sonrisa me dijo: “Si, esas son las fresas que me trajiste de ese campamento. Las he ido trasplantando, año a año, para que nunca olvides, que el hermoso campo de fresas, de ese generoso agricultor, que me contaste, estará contigo por siempre”, y una vez más, como aquélla vez, la débil represa de mis ojos, no pudo contener mis lágrimas, ya no de dolor, sino de alegría de tener una madre como ella, que logró mágicamente, con su amor infinito por el ser humano, cultivar esas fresas llenas de luz, con las semillas tomadas del “lado oscuro”, enseñándome que “la fuerza” que nos integra y guía, es una sola, y que el amor que ella me dio desde que estuve en su vientre, será siempre en mi vida, un hermoso campo de fresas, lleno de luz, que me salvará de mi propia oscuridad.
Ojoavizor









18 comentarios:

Anónimo dijo...

ESTOY CONMOVIDA OJOAVIZOR. ME CONMUEVE TU NOBLEZA.ME IMPRESIONA TU FUERZA.EL AMOR DE TU MAMA Y DE TU FAMILIA TE SALVO Y TE SALVARA SIEMPRE. SE DEL DOLOR QUE CAUSA LA ENVIDIA DE LAS PERSONAS QUE NO RECIBEN AMOR. AHORA QUE HAN PASADO LOS AÑOS, COMPRENDO QUE EPISODIOS ASI TE HACEN PASAR DE LA INOCENCIA A OTRA REALIDAD. CUANDO VEO LOS OJOS DE MIS HIJOS Y ESA INOCENCIA TOTAL INCLUSO EN SUS MOMENTOS MAS TRAVIESOS, SOLO ESPERO PODERLES DAR CON SU PAPA, LA FUERZA Y LAS ARMAS PARA QUE CUANDO VAYAN PASANDO DE UNA ETAPA A OTRA LO HAGAN CON SABIDURIA Y PUEDAN REPONERSE Y RECURRIR A ESE AMOR CON EL HAN SIDO FORMADOS PARA CRECER Y NO QUEDARSE EN EL LADO OSCURO. AL IGUAL QUE TU, SE QUE ES POSIBLE. YO TAMBIEN CRECI EN UN PEQUEÑO PARAISO QUE ERA MI HOGAR Y EL DIA QUE EL LADO OSCURO SE ACERCO A MI, TAMPOCO LO COMPRENDI. PERO RECORDE UNAS PALABRAS DE MIS PADRES QUE ME DIJERON QUE SI YO QUERIA NADA PODIA DAÑAR MI ESENCIA, ASI QUE HICE UNA BURBUJA DONDE GUARDE LO MEJOR DEL AMOR QUE HABIA RECIBIDO Y ENFRENTE EL MAREMOTO, ME REVOLCO, ME DEFENDI, QUISE LUCHAR CON EL USANDO SU MISMO LENGUAJE Y SUS MISMAS ARMAS, Y AL FINAL GANE. NO CON SUS ARMAS, NO EN SU MISMO TIEMPO, PERO GANE PORQUE PUDE SALIR DEL LADO OSCURO Y LLENAR MI VIDA DE LUZ. TENGO UNA FAMILIA QUE ME AMA Y YO ADORO Y TENGO LA MARAVILLOSA OPORTUNIDAD DE HACER LO QUE NUESTRAS MADRES HICIERON CON NOSOTROS Y CRIAR A MIS HIJOS CON VALORES Y NOBLEZA. SIEMPRE HAY OLAS QUE REGRESAN PERO MI BURBUJA ME PERMITE FLOTAR SOBRE ELLAS. TU LUZ ME LLEGO OJOAVIZOR. TE FELICITO. TUS HIJOS TE VAN A ADORAR. POR UN INSTANTE ME PONGO EN EL LUGAR DE UN NIÑO QUE ES TESTIGO DE LA VIDA DE SU COMPAÑERITO SIENDO DESPEDIDO CADA DIA CON UN BESO, SIENDO ACEPTADO, LLEGANDO CADA MAÑANA CON UNA SONRISA CUANDO TAL VEZ ESTE NIÑO CRUZO LA PUERTA DE SU CASA SIN ESE BESO, SABIENDO QUE AL CERRAR LA PUERTA DETRAS DE EL, NADIE NOTA SU AUSENCIA Y ME IMAGINO QUE EL DOLOR DEBE SER TAN GRANDE QUE MUCHOS LO PROCESAN EN RENCOR HACIA EL MUNDO.
TUS PALABRAS HAN SIDO TAN CLARAS, TU EXPERIENCIA Y LA FORMA COMO LO PROCESASTE ES TAN INSPIRADORA QUE INVITO A TODOS LOS QUE TE LEEN A COMPARTIR TU HISTORIA. "ALL YOU NEED IS LOVE" DICE LA CANCION Y ES VERDAD. GRACIAS POR COMPARTIR. ME SIENTO ORGULLOSA DE CONOCERTE A TRAVES DE TU BLOG OJOAVIZOR. TU MAMA DEBE SENTIRSE MUY ORGULLOSA DE TI. LAS SEMILLAS DE FRESA LAS PLANTO EN TU CORAZON. ESTOY PROFUNDAMENTE EMOCIONADA Y NO VEO LA HORA QUE LLEGUEN MIS HIJOS A CASA Y MI ESPOSO PARA DARLES UN FUERTE ABRAZO. ME DESPIDO CON EL CORAZON LLENO DE LUZ. HASTA PRONTO OJOAVIZOR.

Ojoavizor dijo...

Gracias Anónima. Qué bueno que mi historia haya logrado esos sentimientos en tí. Dale un fuerte abrazo a tu esposo y a tus hijos cuando lleguen a casa, y diles que los amas. Ellos siempre necesitarán saberlo.

Ojoavizor

Juan Carlos dijo...

Ojoavizor, es un EXCELENTE articulo, el que nos haz brindado, como ya nos tienes acostumbrados.

Te felicito por tener el valor de contarnos esta experiencia, que servira para crear un Mundo mejor.

DIOS te ha dado la capacidad de captar y transmitir para que algunos seres humanos no cometan ese tipo de errores.

Te digo, que me e convertido en un asiduo lector de tus lineas, que solo hacen fortificar mi espiritu !

Voy a sacarle copias a tus articulos para leerselos a mi esposa, ya que se lo conte, pero es mejor de tus propias palabras.

Podrias hacer un libro. Seria lindo !

Un Abrazote de tu amigo peruano en Texas: El Gato

SALUDA A TU MADRE LINDA por favor !

Anónimo dijo...

Que duro y que doloroso, pero a la vez, que afortunado eres por tener la familia que tienes,un tesoro, para estar orgulloso, de verdad.
Me alegra que el tiempo haya traído el perdón y por supuesto, que la fresas continúen ahí en el jardín...
saludos

Ojoavizor dijo...

Gracias Juan Carlos, por brindarme tu amistad.
Si mis vivencias, buenas y malas, pueden servir a alguién más, para ayudarse a sí mismo, y ayudar a otros, seré completamente feliz.

Un fuerte abrazo.

Ojoavizor

Ojoavizor dijo...

Estimada luna, gracias por tus palabras.
Y que tu lado claro, siempre ilumine nuestros blogs.

Ojoavizor

Soñadora dijo...

Querido Ojoavizor, anoche leí tu post y no pude evitar algunas lágrimas, preferí guardar mi comentario para hoy.
Es tan triste que hayan personas así, que se alimenten del dolor ajeno, pero lamentablemente, tan cierto.
Admiro muchas cosas de tu relato, primero el valor de sacarlo fuera de tí, y ese es un gran paso, segundo, que hayas podido perdonar, es tan gratificante hacerlo!
Tercero, el valor y el amor de tu mami, confirmándole a Atila sin ella saberlo, que efectivamente, en tu familia reina el amor, y que ello te convertía en una persona especial.
Deseo de corazón para tí que cesen las pesadillas, que puedas vivir tranquilo y confortado con el amor de tu familia y que siempre mires hacia adelante!
Un fuerte abrazo,

Anónimo dijo...

No sabía que te había pasado todo esto. Es admirable cómo has manejado tu vida después de algo tan terrible, te felicito. Pero quisiera decirte que te dejes ayudar de todas maneras, está bien intentarlo solo, pero con un poco de ayuda puedes salirte por completo de esas noches y sueños terribles. Además, cargar con traumas de niñez hace daño a la salud, esas tensiones terminan dañándonos físicamente, son un tipo de estrés. Me sorprende que no tengas ninguna enfermedad "importante" porque la carga de algo tan pesado suele, como te digo, salir a la superficie de alguna manera. Cuídate antes de que sea tarde. Con cariño.

José Miguel dijo...

Vaya entrada. Conmovedora. Se me ha puesto la piel de gallina y todo. ¿Cómo es posible que de la nada surgiera tanta violencia? Supongo que habrá sido bastante duro y difícil para ti rememorar todos estos hechos y contárnoslos.
Me ha recordado a la película "El señor de las moscas", donde un grupo de niños, alejados de toda civilización, se dividen en dos grupos y, como tú dices, sacan el lado oscuro del ser humano los unos contra los otros.
Yo creo que la moraleja de esa película es que dentro de nosotros hay una tendencia hacia el mal, pero también hay una tendencia hacia el bien. Esta tendencia hacia el bien nos está dotando al género humano de una civilización con mecanismos cada vez más sofisticados para que impere la justicia contra la violencia irracional.
Estoy de acuerdo contigo en que la educación es muy importante en este tema de la violencia. Se impone de cara al futuro una educación emocional. La educación debe dejar de ser mera instrucción para abarcar todos los ámbitos de la persona. Y de entre todos ellos, ¿cuál más importante que la gestión adecuada de las emociones?.
Siento mucho lo que te pasó, ya te digo que por la tremenda violencia me ha dejado sorprendido. Lo bueno es que pudiste contarlo y superarlo, y que ahora tienes la oportunidad de seguir cultivando tu parte positiva.
Un fuerte abrazo!

Ojoavizor dijo...

Gracias por tus palabras soñadora.
Todo en la vida es enseñanza y yo la acepto agradecido.

Ojoavizor

Ojoavizor dijo...

Gracias estimado José.
Dios me hizo conocer el lado oscuro, pero también me dio la oportunidad de encontrar "mi señal".
Para cada oscuridad siempre habrá una claridad, y al revés.

Ojoavizor

fermín dijo...

Es la primera vez que entro en este blog, normalmento entro en el de josé.
La historia me ha parecido bastante triste, y siento mucho lo sucedido. Job tampoco sabía a cuento de que venía.
Somos un puñado de salvajes. No creo que el motor de la violencia sea la envidia, realmente los chabales se organizan en cuadrillas, y los primeros juegos es pegarse entre si como lo harían unos oseznos, luego es una cuestión de liderazgo, de tanteo y mando. A ver quien le hace frente al más agresivo y fuerte. Finalmente se llegaría a extremos patológicos.
En España tenemos los nazis, fachas, que buscan su presa en extranjeros, sin techo,...Cada sitio tendrá sus cosas.
El Atila me ha recordado a un Donato, personaje de la cruz invertida de Tomás de Aguinis, que si que prospera y pasa a ser una especie de dictador.
Las cosas son como son y por ello no tiene mucho sentido tener rencor, nadie un su sano juico es un torturador sádico.

Ojoavizor dijo...

Bienvenido Fermín, y de acuerdo con tu comentario.
Las causas de la violencia son muchas, pero siempre existirá un factor psicopatológico en ellas.
El mundo siempre ha sido violento desde tiempos inmemoriales, tanto así que la historia de la humanidad es una cadenas de eventos violentos.
Por eso postulo que "todos" tenemos un "lado oscuro" ya que es parte de nuestra naturaleza humana.
La violencia es la misma en cualquier parte, ya sea en España como en el Perú, solo varía las formas de expresión.
Perú es un país con muchas contradicciones, las cuáles se expresan día a día en violencia. Por eso, todos los peruanos hemos sufrido más de diez años de violencia terrorista, de ambos lados. Lamentablemente, no hemos sido capaces de aprender de ella. Ya que la violencia también tienen sus enseñanzas.
Cuando esto ocurre, la violencia se convierte en el percutor de nuevos tipos de violencias, y así sucesivamente, convirtiéndose en un círculo vicioso, del cual no se puede salir nunca, si es que no hay una voluntad de salir de él, a partir de nuestras reservas de bondad, perdón y desprendimiento, que nazcan de nuestro "lado claro", el cual "todos" lo tenemos", incluso el mas nazi de los nazis.
Mi opinión es que, esos grupos violentos, como los que hay en Europa, surgen precisamente, por esa falta total de orientación y valores que debe ser proveído en el hogar. El racismo, el elitismo, etc. son respuestas psicológicas de la necesidad de cubrir sus falencias afectivas y formativas que no tienen en sus hogares, ya que la mayoría de ellos provienen de hogares disfuncionales, donde se fomenta esas mismas taras que ellos vuelcan después, en aquella gente que representan todo lo que ellos carecen (como fue en mi caso), o en personas débiles (sudacas, inmigrantes pobres, homeless, etc.) evidenciando ese sadismo del que hablas.
Mi post apunta a mostrar a los demás, que hechos como el que me ocurrió, le pueden estar pasando en estos momentos a otros niños en el mundo, y que sí existe mecanismos para evitarlos. El más importante de ellos es el tener un hogar unido y que nos brinde amor, seguridad y formación en valores, para darle la contra a esa cultura anti-valor que ha impregnado cada uno de los espacios sociales (hogar, escuela, etc.).
Mi propuesta es el desarrollo de la espiritualidad. Que no necesariamente deba estar ligada a ningún dogma. Una espiritualidad ligada a tratar de vivir una vida sana, justa y solidaria, a partir de algo muy concreto: EL EJEMPLO. Creo que la mejor forma de ayudarse a sí mismo y a los demás, es practicar con el ejemplo, ya que la coherencia de nuestros actos es la columna vertebral de cualquier mensaje.
Gracias Fermín por tu valioso cometario, que me ha permitido explicar un poco mas, mas allá del formato del mi post,sobre lo que pienso y propongo, para tratar en lo posible, de fortalecer nuestro "lado claro".

Siempre serás bienvenido.

Ojoavizor

fermín dijo...

Acabo de poner un comentario en tu anterior entrada, la señal, si continua esta inercia vamos a conocer casi toda tu vida.
No se si la habrias visto si no lo aviso aquí.

Ojoavizor dijo...

Gracias Fermín.

Sí, ya leí tu valioso comentario en mi entrada anterior. Ya te comenté también.
Bueno, respecto a éste simple blog, te cuento que me costó mucho decidir crearlo. Ya que como comprenderás, no es fácil ventilar tu vida privada a la blogósfera. Sin embargo, después de mucho meditar, comprendí que las vidas de todas las personas son muy importantes, no solo por su esencia espiritual, sino porque puede convertirse en un panel de experiencias, buenas o malas, que puede ayudar a otros a entender sus propios procesos. En ese sentido, es que está orientado mi blog, que lo he titulado "Bitácora de mi espíritu", es decir, contaré todas las manifestaciones de mi propio espíritu, a partir de experiencias reales,introduciéndole elementos artísticos que ojalá, sean agradables a los demás.

Gracias otra vez por pasar, y espero que los relatos de mi vida no te aburran, y más bien, generen nuevos valiosos comentarios como los que me has dejado.

Ojoavizor

Ojoavizor dijo...

Muchas gracias anónima (del 07 de Octubre) por tu sensibilidad y preocupación.
Efectivamente, los traumas que uno sufre de niño afectan, demasiado diría yo.
Gracias a Dios, tengo una familia maravillosa, que siempre me ha dado ese amor tan necesario para superar cualquier trauma en la vida.
El mejor remedio de todos es el amor. Para lo demás, siempre habrán diversos métodos colaterales que ayudan mucho.
Yo elegí el método de la espiritualidad, así como escirbir este blog, que me llena tanto el alma, cuando lo escribo, y que me alegra, no te imaginas cuanto, cuando encuentro cada mañana, comentarios tan humanos como el tuyo.

Muchas gracias nuevamente, y vuelve cuando quieras.

Ojoavizor

Anónimo dijo...

Querido Ojoavizor,

He re-leído este post, y no pude evitar soltar lágrimas al leer sus partes más duras y sensibles. Si algún día soy profesor, compartiré este texto con mis alumnos. Quisiera darte mi opinión.

Existe un lado oscuro en las personas que se manifiesta en diversos extremos. Buena parte del control del lado oscuro depende de la formación y la entereza moral y psicológica con que nos hemos ido formando.

La oscura y dolorosa experiencia que cuentas es evidencia de cuando el lado oscuro y los demonios de las personas son “desatados”, sin límites, sin compasión. Así como nuestra capacidad creativa y de amar, la crueldad humana carece de límites, precisamente por los distorsionados procesos mentales que el lado oscuro aprovecha para poseer y dirigir a los seres humanos.

Las causas de los sucesos están en la envidia de los demás “amigos mutantes” hacia ti, y lo que representabas (un chico sano, noble, inteligente y buena onda, con buena familia), así como la “instigación” que pudo hacer La Serpiente de los demás para que te dañaran, por el temor a que cuentes su secreto. (Intuyo que su secreto lo traumó para siempre en su vida, y nunca le permitirá ser un hombre pleno y feliz). Tal concierto infame y cruel de voluntades fue realizado por Atila, en quien recae la gran responsabilidad por lo sucedido. Al ser mayor que ustedes y líder del grupo, DEBIA PROTEGER A CADA UNO DE LOS MIEMBROS Y VELAR POR EL RESPETO. Y no lo hizo. Abusó de un indefenso niño de 13 años, y lo sometió al terror. Nada más cobarde.

Ojoavizor, POR FAVOR NO SIENTAS ARREPENTIMIENTO O VERGUENZA POR TU REACCION Y VENGANZA POSTERIOR. Existe otro instinto natural en los seres humanos, que es el de la SUPERVIVENCIA. Tal instinto es una ley de la naturaleza, que nos dice en lo más profundo de nuestra interioridad: “NO. NO ME DEJARÉ AVASALLAR, Y NO VOY A MORIR HOY”. Sé que no es principio muy espiritual o elevado el que digo, pero creo que es parte indivisible de nuestra comprensión como seres humanos.

El daño, el abuso y el terror al que te habían sometido, debía ser respondido, por una consideración de defensa justa y supervivencia. Cuando ensartaste ese magistral golpe en la cara de El Cuervo y estalló en sangre, estabas realizando una acción natural y de justicia, dominado, claro que sí, por la ira y la oscuridad de la violencia. Pero lo que habían hecho, no podía quedar impune. La respuesta no podía ser en el campamento, porque eso hubiese significado un daño mayor (y quizá definitivo) a tu persona. Hiciste bien en esperar, son platos que se comen fríos.

Creo que no debemos sentir vergüenza por un sentimiento perfectamente justificado. No creo que tu venganza fracasó porque La Serpiente intervino cobardemente, para evitar una paliza mayor. El golpe y el terror que sintió El Cuervo, fueron respuesta dura, suficiente y justa. Tengo la convicción que si no hubieras respondido y vengado de esa manera, hubieses tenido serios problemas de seguridad y confianza en tu vida como hombre y profesional. Serías una persona resentida y dominada por el miedo, sin capacidad de respuesta, sin iniciativa ni creatividad (alguien vapuleable). Si no respondías así, ellos hubiesen ganado y te hubieran destruido interiormente. En tales ocasiones, los hombres debemos reponernos del golpe, realizar nuestra respuesta y venganza al agresor con acierto, y seguir caminando. En mi caso, jamás abusé o sometí a alguien, pero cuando intentaron hacerlo conmigo, me defendí y encontré la manera de vengarme de los que quisieron hacerlo. Nunca dejé que destruyan mi interioridad y mis sueños. Los golpes así y las respuestas que hacemos, nos fortalecen. Es triste hablar de venganza, pero no vivimos en el Paraíso, sino en el terrenal valle de lágrimas, donde nuestra “salvación” es encontrar la felicidad y paz, respetando y queriendo a los demás.

Felizmente, ellos no ganaron, pues pudiste, como leo en tu blog, llevar una vida feliz y plena después.

Atila se mostró en la pelea posterior, como un cobarde y delincuente de poca monta al usar a todos sus compinches y armas para defenderse de una pelea limpia. Si veía que venían con armas blancas a agredirme, yo hubiese sacado un bate de béisbol y lo hubiera molido a palos (la ley y la moral protegen la legítima defensa). Nuevamente, es triste hablar en términos tan básicos y violentos, pero LA MALDAD, Y LA DESVIACIÓN MORAL Y PSICOLÓGICA DE LOS ENEMIGOS, NOS CONDUCE A SER FIRMES EN NUESTRA POSICIÓN. Es el regreso al estado de naturaleza del que habló Hobbes, y está graficado en la película El Señor de las Moscas, que refirió un comentario anterior. El lado oscuro tiene su génesis en tales tendencias.

La propia negatividad y bajeza de Atila lo llevaron a matarse en la moto, y tener una muerte dolorosa y penosa, con el mismo y aún mayor dolor que causó a otros.Creo que fue alguien criado en el odio y la violencia, por eso salió así. Como tú, deseo que descanse en paz y estaría dispuesto a dejar atrás lo pasado, pero no puedo ocultar la tranquilidad de saber que no pudo y no podrá seguir dañando a otros seres humanos. Quizá, el mundo sea un mejor lugar sin él.

Ojoavizor, has hecho lo mejor en dejar este episodio atrás, y no dejar que ello determine tu vida. Debemos dejar atrás y de lado estas experiencias, y buscar los mejores sentimientos de la vida como el amor, la comprensión, la amistad y la compasión. Es la mejor terapia a cualquier momento duro. En todos los momentos con tus hijos, tu esposa, tu familia y amigos, en momentos cuando la creatividad de tu razón hace el bien y la justicia, en tus viajes a sitios espectaculares y momentos de intensidad, y momentos en que nos acercamos a Dios y al mundo espiritual, sabemos que vale la pena luchar por nuestra felicidad y nuestro mundo.

Un fuerte abrazo Ojoavizor,

Ojoavizor dijo...

Anónimo, estoy sorprendido por el análisis que haces de mi spot. Pareciera que hubieses estado allí, ya que has percibido cada uno de los terribles sentimientos que experimenté en aquel momento.
Gracias por tu sensibilidad. Tienes la virtud de ser capaz de percibir el dolor de otros, virtud tan escasa en nuestros tiempos.
Regresa cada vez que puedas, este blog se enriquecerán con tus sensibles comentarios.

Ojoavizor